El asombro es una de las emociones humanas más poderosas, aunque a menudo subestimada. Desde hace siglos, filósofos y científicos han argumentado que el asombro no solo abre la mente a nuevas ideas, sino que también nutre el bienestar y la creatividad. Platón y Aristóteles consideraban que el asombro es el punto de partida de la filosofía, ya que nos impulsa a cuestionar y entender el mundo.
Hoy, la ciencia moderna ha comenzado a profundizar en los beneficios de esta emoción. El psicólogo Dacher Keltner, profesor de la Universidad de California y autor de Awe: The New Science of Everyday Wonder and How It Can Transform Your Life, manifiesta que el asombro es más que una emoción fugaz, es una capacidad humana que impulsa nuestra creatividad, concentración y bienestar, ayudándonos a sentirnos más conectados.
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En un mundo cada vez más digitalizado y rápido, el asombro puede parecer un lujo. Sin embargo, Dacher Keltner explica que esta emoción no surge solo de experiencias extraordinarias como ver maravillas naturales o vivir momentos trascendentales, sino también de detalles cotidianos: contemplar el cambio de color de las hojas, observar una noche estrellada o presenciar actos de bondad.
La clave, dice Dacher Keltner, que está en “buscar activamente experiencias que alimenten el asombro”. Practicar la atención plena también es una herramienta útil para encontrar esta emoción en lo cotidiano. Esto puede ser tan sencillo como escuchar música, observar los árboles del vecindario o reflexionar sobre la resiliencia de una persona. No es necesario esperar grandes eventos para asombrarse; esta emoción puede cultivarse a diario, promoviendo una vida más feliz y significativa.
Para los educadores y psicólogos, el asombro es una herramienta poderosa para estimular el aprendizaje y la creatividad. Cuando los niños o adultos experimentan asombro, su cerebro se vuelve más receptivo a nuevas ideas, lo que facilita la retención de información y el aprendizaje profundo. En entornos educativos, fomentar esta emoción puede llevar a un interés más genuino y a un aprendizaje más significativo.
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Dacher Keltner destaca que aunque el asombro aún no se ha estudiado tan extensamente como otras emociones, sus efectos en el bienestar son profundos y podrían ser la clave para combatir la desconexión y el individualismo de la sociedad actual. Al permitirnos sentir asombro, abrimos la puerta a una vida más rica, feliz y conectada.