En un mundo cada vez más consciente de la alimentación saludable, el pan de masa madre ha resurgido como una alternativa superior al pan común. Con un proceso de elaboración que data de hace miles de años, esta variedad de pan destaca por su perfil nutricional y beneficios para la salud, especialmente para quienes buscan controlar su peso, glucosa y para aquellos con intolerancia al gluten.
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El origen del pan de masa madre se remonta a 2,000 años antes de Cristo, cuando los egipcios descubrieron por accidente la fermentación de la harina y el agua, que posteriormente cocieron hasta obtener un pan rudimentario. Con el tiempo, la técnica se perfeccionó y se difundió a través de diversas culturas, convirtiéndose en una tradición que ha perdurado hasta nuestros días.
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, este proceso ancestral no solo confiere al pan un sabor y textura únicos, sino que también lo convierte en una opción mucho más saludable.
Entre los beneficios más destacados se encuentra su capacidad para mejorar la salud intestinal gracias a la presencia de fibra en forma de prebióticos, que favorecen el crecimiento de bacterias beneficiosas en el colon.
El pan de masa madre es especialmente valorado por quienes buscan mantener una dieta balanceada. Según el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, este pan contiene entre dos y cuatro gramos de fibra por media rebanada, lo que contribuye a una sensación de saciedad prolongada y una mejor digestión. Además, su lenta fermentación permite descomponer completamente los carbohidratos y el gluten, lo que lo hace ideal para personas con intolerancias alimentarias.
Este pan también es una excelente fuente de vitaminas del grupo B, que son cruciales para el metabolismo energético y actúan como antioxidantes, protegiendo las células del envejecimiento prematuro.
Asimismo, proporciona minerales esenciales como el potasio, que ayuda a mantener un ritmo cardíaco regular; el hierro, que es vital para el transporte de oxígeno en el cuerpo; el calcio, que fortalece los huesos y dientes; el magnesio, que regula el sistema nervioso; y el zinc, que refuerza el sistema inmunológico y facilita la cicatrización de heridas.
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Lo que hace especial al pan de masa madre es su naturaleza completamente orgánica y su elaboración sin aditivos ni conservantes artificiales. Esto lo convierte en una opción ideal para aquellos que desean llevar una dieta más natural y equilibrada.
Además, su consumo regular puede ayudar a regular los niveles de glucosa en sangre, lo que es particularmente beneficioso para personas con diabetes o que buscan mantener un peso saludable.
Preparación y conservación de la masa madre
Preparar la masa madre en casa es un proceso sencillo que solo requiere dos ingredientes: agua y harina. Mezclados en partes iguales, se deja reposar la masa durante 24 horas. Este proceso se repite durante tres a cinco días, añadiendo más harina y agua cada día, hasta que la masa adquiere un aspecto cremoso con burbujas. Para usarla en la elaboración de pan, se separa una porción de la masa madre, mientras que el resto se conserva para futuras preparaciones.
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