La vida analógica, en comparación con la era digital actual, favorecía un contacto más profundo y auténtico con nuestras emociones y pensamientos. El reconocido escritor Ernest Hemingway, quien nunca trabajó con pantallas ni dispositivos digitales, es un referente de esta conexión con la realidad. Madrugador y disciplinado, el Premio Nobel de Literatura solía escribir de pie, limitándose a 500 palabras diarias y evitando trabajar de noche. Su método de , conocido como el "efecto Hemingway", plantea una estrategia para conservar la motivación en el trabajo: detenerse cuando aún queda algo interesante por hacer.

El efecto Hemingway. Fuente: Freepik.
El efecto Hemingway. Fuente: Freepik.

¿En qué consiste el efecto Hemingway?

El concepto surgió de una conversación entre Ernest Hemingway y el escritor Arnold Samuelson en 1934, narrada en el libro With Hemingway: A Year in Key West and Cuba (1984). Según el escritor, el momento perfecto para pausar el trabajo es cuando aún se sabe lo que sucederá a continuación, cuando el interés sigue vivo y el control sobre la tarea no se ha agotado. Así, al retomar la actividad, el impulso creativo y la motivación se mantienen frescos, generando una expectativa positiva de éxito.

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La idea de Ernest Hemingway resuena con descubrimientos en neurociencia sobre el funcionamiento óptimo del cerebro. La autora y neurocientífica de Cambridge Mithu Storoni, en su libro Hiperefficient, explica que nuestra capacidad de concentración es limitada y necesita alternarse con descansos para mantenerse en niveles altos. Storoni recomienda trabajar en bloques de 90 minutos, seguidos de pausas de entre 10 y 20 minutos. Esta estrategia, al igual que el efecto Hemingway, permite al cerebro mantenerse en una “zona óptima” para la productividad.

El efecto Hemingway. Fuente: Freepik.
El efecto Hemingway. Fuente: Freepik.

La ciencia detrás del efecto Hemingway

Un estudio de la Universidad de Chiba, Japón, titulado El efecto Hemingway: cómo no terminar una tarea puede tener un efecto positivo en la motivación, revela que dejar una tarea inconclusa en un punto estratégico puede aumentar la expectativa de éxito. Esto ocurre porque el cerebro puede evaluar mejor los próximos pasos, generando una motivación para volver a la tarea. Así, este efecto se convierte en un valioso recurso para mantener la productividad y la satisfacción en el trabajo, sin caer en la extenuación.

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De este modo, el de Ernest Hemingway, con sus rutinas y métodos, sigue vigente como una guía para quienes buscan mejorar su productividad respetando los límites naturales de su energía y atención.

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