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El punto de partida para una piel espléndida es una buena rutina de limpieza diaria combinada con exfoliaciones. Exfoliar con regularidad ayuda a librarnos de las células muertas y regenerar la piel. El cutis se oxigena y activa la circulación sanguínea, favoreciendo también la eliminación de impurezas e imperfecciones.
Además, prepara la dermis para que absorba mejor los activos de los cosméticos. Unifica la apariencia y tono de la cara, dejándola luminosa y suave. La frecuencia de uso del exfoliante dependerá del tipo de piel, ya que no todas pueden hacerlo de la misma manera, siendo la más perjudicada la piel con tendencia acneica.
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Exfoliar la piel excesivamente traerá consigo una tez más seca, irritada, con rojeces y tirantez, lo que producirá más sebo en un intento por restaurarse, lo cual es contraproducente, ya que de esa manera se obstruyen los poros. Además, puede empeorar las imperfecciones, expandiéndose o dañándose.
Tips para una exfoliación perfecta
- Busca cosméticos adecuados para tu tipo de piel, con tendencia acneica y sensible. Así vas a desobstruir los poros y combatir las imperfecciones, sin empeorar la irritación y tirantez de la piel.
- Elegí exfoliantes químicos, formulados con ácidos alfahidróxidos (AHA), glicólico, el láctico y el mandélico; los ácidos betahidróxidos (BHA), como el ácido salicílico; y los polihidroxiácidos (PHA), como el ácido lactobiónico.
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- A la hora de realizar la exfoliación se recomienda que sea por la noche y una vez por semana si tu piel es sensible y propensa a la irritación.
- Luego de realizar la exfoliación aplicar una crema hidratante ligera, que restaure la nutrición de tu piel sin obstruir de nuevo los poros, ya que quedará indefensa y tirante.
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