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Las personas que habitamos la Tierra somos individuales, tenemos nuestra propia personalidad y forma de pensar. Todos nos nutrimos de la gente que nos rodea, de nuestro contexto económico y cultural, y de lo que traemos grabado en el ADN desde niños. En este camino de la vida la felicidad parece ser el fin último de muchas, mientras que otras entienden que la felicidad se vive y disfruta a diario.
Un informe de la National Geographic remarca que para Aristóteles, la felicidad es el fin que busca toda persona, es decir, el bien es el mayor deseo que guía a todas las acciones humanas. Por otro lado, la Universidad Latina de América (México) señala que la felicidad se puede concebir de diversas maneras: sentir satisfacción con la vida que llevamos, sentirnos bien con quiénes somos y lo que hacemos, o considerar que nuestra calidad de vida es excepcional.
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Un método para ser feliz
Más allá de lo que pueda significar la felicidad para cada persona, resulta interesante entender que siempre podemos hacer algo para sentirnos felices o encontrar esa sensación en algún momento. Es en este marco que viene bien conocer algo de la cultura sueca que se relaciona directamente con la felicidad.
En este país, uno de los más felices según el Informe Mundial de la Felicidad de la Organización de las Naciones Unidas, muchas personas emplean un método para sentir felicidad cada día. Se trata del método Gökotta que se basa en acciones que se convierten en hábitos diarios y que permiten que las personas tengan una mayor conciencia de ciertos pequeños placeres de la vida.
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El método Gökotta se trata de sumar a nuestra vida el hábito de despertarnos muy temprano en la mañana para que podamos contemplar el amanecer y conectar con la naturaleza al escuchar el cantar de los pájaros y el aire fresco en nuestro rostro. De esta manera, los suecos explican que se cultivan sentimientos de serenidad y gratitud, logrando así el bienestar personal y descubriendo motivos para que la felicidad sea parte de nuestra rutina diaria.
La clave está en no solo despertarse temprano para contemplar la naturaleza, sino que la persona debe realizar estas acciones de forma consciente. De esta manera, estos hábitos pasan a formar parte de un estilo de vida placentero, con menos estrés y pensamientos negativos, además de aprender a disfrutar mejor de las personas y actividades que queremos.
Cómo adaptar el método sueco en tu vida
- Despertar temprano y ver el amanecer: quizás sea una de las partes más difíciles pero es la clave de tomar contacto con la naturaleza antes que lo haga el resto del mundo.
- Buscar entornos naturales: cualquier espacio verde que tengas cerca servirá para ese contacto que se requiere, y puede ir cambiando. Si no puedes salir, puedes crear en casa un lugar con plantas y flores naturales.
- Escuchar los sonidos de la naturaleza: si te concentras bien, siempre puedes hallar sonidos propios de la naturaleza, más allá del ruido de la ciudad.
- Practicar la atención plena: mientras realizas los pasos anteriores, debes ser consciente plenamente de lo que estás haciendo.
- Crear un ritual: en medio de estas prácticas puedes incluir algo para hacer cada día como disfrutar una infusión, leer un libro, practicar ejercicios de estiramiento, o lo que más te guste.
- Desconexión digital: aunque hoy en día es algo difícil para muchos, dedicarle el tiempo pleno al contacto entre la naturaleza y tus emociones es clave.
- Gratitud: el método Gökotta recomienda aprovechar este momento para agradecer lo que se tiene y nos da felicidad.
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