Uno de los temas sobre el cuidado de la salud humana pasa por el control del peso corporal. No se trata de algo meramente estético sino que los especialistas intentan demostrar que la acumulación de grasa en el cuerpo es perjudicial para su correcto funcionamiento y puede traer aparejada diversas enfermedades.
El Instituto Mayo Clinic señala que tener demasiada grasa corporal es una enfermedad compleja llamada obesidad. Esta situación aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, colesterol alto, diabetes, enfermedad hepática, presión arterial alta, apnea del sueño y determinados tipos de cáncer. Lo importante, destacan sus especialistas, es que incluso una modesta pérdida de peso corporal puede prevenir ciertos problemas de salud.
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A la hora de perder peso, la combinación de una alimentación balanceada y de actividad física parece ser lo más recomendado. Resulta conveniente incorporar estos como hábitos en nuestra vida pensando siempre en nuestra salud, pero al perder grasa abdominal es cuando parece ponerse más difícil. Esto se debe a diferentes factores que vale la pena conocer.
Lo primero a saber es que la acumulación de grasa en el cuerpo es uniforme. El estrés se convierte en uno de los principales factores que facilitan la acumulación de grase en el abdomen. A eso se suman los cambios hormonales que determinan los lugares en donde va a parar la grasa, por lo tanto se puede diferenciar entre grasa visceral y grasa subcutánea.
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La diferencia entre las grasas visceral y subcutánea es simple. La primera es la que recubre los órganos internos del cuerpo, mientras que la segunda se encuentra debajo de la piel, según datos de la Librería Nacional de Medicina de Estados Unidos. Por lo general, la grasa subcutánea es más fácil de eliminar que la viceral, por lo que a la hora de perder peso corporal este se cuenta como el paso más difícil de afrontar.
Investigaciones realizadas por el Centro Nacional de Información Biotecnológica de Estados Unidos remarcan que entre las dificultades para perder grasa se destaca el estrés crónico ya que eleva los niveles de cortisol que se asocian a un mayor riesgo de tener obesidad y que la acumulación de grasa sea principalmente abdominal. La genética también influye porque ciertos genes son los encargados de determinar cómo se distribuye la grasa en el cuerpo. En cuanto a las hormonas, su influencia se da por la disminución de estrógeno que se relaciona también con la acumulación de grasa en el abdomen.
La resistencia a la insulina y el síndrome de ovario poliquístico son condiciones de salud que también tienen injerencia en la acumulación de grasa abdominal.
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