La arterioesclerosis, un término a menudo confundido con ateroesclerosis, implica el engrosamiento y endurecimiento de las arterias, restringiendo en ocasiones el flujo sanguíneo. En cambio, la ateroesclerosis es un tipo específico de arterioesclerosis que involucra la acumulación de grasas y otras sustancias en las arterias, formando placas que pueden estrechar o bloquear el flujo sanguíneo.
Los síntomas de la ateroesclerosis raramente aparecen hasta que una arteria se obstruye lo suficiente como para afectar el suministro de sangre a órganos y tejidos, pudiendo desencadenar un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
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Según la Clínica Mayo, es una enfermedad que empeora lentamente y que puede comenzar a manifestarse en la niñez. Entre los factores de riesgo se encuentran la presión arterial alta, el colesterol elevado, el tabaquismo, la diabetes, obesidad y la genética.
El diagnóstico de la ateroesclerosis involucra un examen físico y la consideración de tu historial médico. El proveedor de atención médica puede realizar pruebas como análisis de sangre para controlar glucosa y colesterol, electrocardiograma para medir la actividad eléctrica del corazón, prueba de esfuerzo si los síntomas ocurren durante el ejercicio, ecocardiograma y ecografía Doppler para evaluar el flujo sanguíneo.
Otras pruebas incluyen el índice tobillo brazo para verificar la presión arterial en las extremidades, cateterismo cardíaco y angiografía para visualizar arterias coronarias y el escaneo de calcio coronario para evaluar depósitos de calcio en las arterias, utilizando tomografía computarizada u otras pruebas de imágenes como resonancia magnética o tomografía por emisión de positrones.
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La detección temprana es crucial, ya que la ateroesclerosis puede afectar diversas arterias en el cuerpo, dando lugar a síntomas específicos. La prevención y el manejo incluyen adoptar un estilo de vida saludable, dejar de fumar, mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente, controlar la presión arterial, el colesterol y la glucosa.
Si experimentas síntomas o sospechas que podes tener ateroesclerosis, es crucial consultar con un profesional para recibir un diagnóstico y tratamiento, evitando complicaciones graves como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares o enfermedad renal crónica.
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