A lo largo de la vida, las personas podemos pasar por diferentes estados de ánimo, visión personal y modo de analizar el presente. Esto se debe a cómo vamos creciendo, aprendiendo, formando nuestra personalidad y entendiendo la vida desde esas ópticas que van mutando.
Desde la Universidad Internacional de La Rioja (España) señalan que el desarrollo de una persona es entendido desde una perspectiva interaccionista y contextual, potenciada a partir de la relación que el individuo establece con el propio medio. Aquí es donde entra en juego para la psicología aspectos como la personalidad, una característica fundamental de la condición humana en su proceso de formación y crecimiento como individuo, según explica.
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Dentro de la personalidad humana, se encuentra una parte conocida como ego y que los psicólogos indican que funciona como mediador entre el individuo y el mundo exterior. Desde la Universidad UCAD (México) indican que esta parte trata de satisfacer las necesidades del individuo al tiempo que mantiene en equilibrio sus relaciones con otras personas y el medio ambiente.
Sin embargo, el ego para conducir la vida necesita un buen conocimiento de los entornos y de su propia energía, remarca un informe difundido por la Asociación Catalana de Psicoterapia Psicoanalítica. Esta parte de la personalidad, puntualiza, puede ser ahogada por las ideologías que son creadas a partir de la influencia de los miedos, las culpas, las angustias y los medios de comunicación.
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En este marco, el escritor Pablo d’Ors afirma que las personas somos víctimas de nuestro propio ego. En este punto, señala que “el ego es esta tendencia a la autoafirmación y a la apropiación que tenemos todos”, una parte de la personalidad con la que “queremos autoafirmarnos y apropiarnos de las cosas con una imagen, como si tuviésemos un foco permanentemente iluminándonos a nosotros mismos”.
El escritor indica que esto nos mantiene en un estado en el que creemos que somos nosotros “nuestro primer y único plano de toda la película”. Sin embargo, el ego tiene un poder destructivo porque cuando logramos “despertar” es que vamos girando el foco e iluminando todo lo que nos rodea. Entonces, explica d’Ors, “cuando giras ese foco, ves el mundo”, dejando así una reflexión muy profunda sobre la forma en que vivimos y cómo nuestra vida puede cambiar con solo cambiar un poco la perspectiva.