¿Solo por una tilde?
La polémica se inició hace 13 años y abrió un cisma irreconciliable entre los amantes de la ortografía castellana, equiparable al que en su día se desató cuando se "expulsó" a Plutón del club de planetas del Sistema Solar.
En su afán por limpiar, fijar y dar esplendor, la Real Academia Española recomendó en 2010 eliminar la tilde diacrítica (la que se usa para distinguir palabras que se escriben igual) del adverbio "solo" cuando significa "solamente" y, desde entonces, la batalla entre lingüistas y escritores sobre el acento gráfico ha traspasado las puertas de la Docta Casa para acampar en el ágora pública de todas las polémicas: las redes sociales.
Hasta esa fecha, el adverbio se tildaba para esa acepción mientras que, cuando quería decir "en soledad", no se le ponía tilde (quiero sólo un café/quiero un café solo).
La cruzada se ha acentuado recientemente tras el último pleno de la RAE.
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Dos bandos
En esta batalla, de una parte están los normativos, que optaron por seguir las recomendaciones de la RAE. Y, de la otra, los rebeldes quienes, cual caballeros insumisos de la lengua, se negaron desde un principio a eliminar ese pequeño trazo sobre la "o". Entre ellos se cuentan escritores como Mario Vargas Llosa o el fallecido Javier Marías, que nunca dejaron de escribirla.
Desde sus respectivas trincheras, ambos bandos se han arrojado desde entonces tildes y argumentos: corrección —dicen los "sin-tildistas"—, claridad —responden los "sólo-tildistas"—.
Pero el pasado 2 de marzo, tras el último pleno de la RAE, se filtró a la prensa una supuesta primicia ortográfica: la academia permitía de nuevo usar —decían las primeras informaciones— la tilde de "sólo".
Lo mismo sucedía con los pronombres demostrativos "este", "ese" y "aquel" y sus correspondientes femeninos, cuyas tildes también fueron víctimas de la "Ortografía" de 2010, aunque no han tenido defensores tan fervorosos.
"A veces se ganan viejas batallas", tuiteó triunfante después del pleno el que se ha convertido en el abanderado de este grupo rebelde, el académico y escritor español Arturo Pérez Reverte.
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https://twitter.com/perezreverte/status/1631422448460505088?s=20
En las redes sociales, un torrente de usuarios partidarios de la tilde diacrítica celebraban la "victoria" con un "sólo sé que no estoy solo", y autores como la mexicana Ángeles Mastretta aseguraban que "muchos escritores siempre los seguimos escribiendo así, aunque los editores corrigieran. Hay cosas mínimas que no lo son. Ganamos".
Aclaraciones de la RAE
Pero la alegría de los rebeldes duró poco.
En su cuenta de Twitter, la RAE aclaraba días después que lo aprobado en el pleno del 2 de marzo "no modifica la doctrina de la 'Ortografía' de 2010", sino que "la expresa de forma más clara".
Según explicaron fuentes de la RAE a BBC Mundo, la decisión se tomó de forma "unánime" y se publicará en el "Diccionario Panhispánico de Dudas".
La academia mantiene la obligatoriedad de no tildar el adverbio "solo" y los pronombres demostrativos cuando no exista riesgo de ambigüedad. En caso de que existiera, queda a "juicio del que escribe" tildar o no la palabra.
Es decir, que si induce a confusión, se puede tildar. ¿Y quién lo decide? La persona que lo escribe.
La RAE sigue pensando, no obstante, que la opción más aconsejable es no poner tilde.
Los lingüistas que defienden la eliminación del acento gráfico en estos casos, encabezados por el académico Salvador Gutiérrez, aseguran que hay que operar con reglas técnicas y consideran, de alguna forma, que defender la tilde de "solo" sin argumentos técnicos es poco menos que un sentimentalismo.
Para otras palabras polisémicas, como seguro o banco, no se escribe tilde diacrítica para diferenciarlas, argumentan.
Algunos lingüistas han recordado que la "Ortografía" de 2010 ya recogía la posibilidad de poner el acento gráfico en los casos de ambigüedad.
El párrafo que lo recoge dice así: "Sin embargo, puesto que ese empleo tradicional de la tilde diacrítica no opone en estos casos formas tónicas a otras átonas formalmente idénticas (requisito prosódico que justifica el empleo de la tilde diacrítica), ya que tanto el adjetivo 'solo' como los determinantes demostrativos son palabras tónicas, lo mismo que el adverbio 'solo' y los pronombres demostrativos, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación".
¿Ha comprendido algo? Es posible que, como muchos hispanohablantes -escritores incluidos-, no demasiado.
Aunque la "Ortografía" es un libro de consulta, su complejidad puede a veces alejarlo del usuario medio, de ahí la necesidad de hacer más clara su redacción.
Una institución, dos almas
En el fondo de esta batalla se encuentran las dos esencias de Real Academia Española, una institución formada por 46 académicos, entre los que hay, por una parte, técnicos -en su mayoría, filólogos, lingüistas y lexicógrafos-, y por otra parte escritores, historiadores e, incluso, periodistas.
Fundada en 1713, vela por la uniformidad de la lengua española y recomienda los usos lingüísticos que considera más prestigiosos.
La lengua, sin embargo, es un ente vivo que se crea y se transforma constantemente por su uso. De ahí que muchos escritores hayan seguido tildando "sólo", o que el poeta Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de Literatura en 1956, declarara la guerra a la "ge" y "gi" y las escribiera siempre como "j". O que términos nuevos que se extienden más o menos socialmente, como podrían ser neologismos o usos como "todes". No todos lo aceptarán, pero la lengua es así, nos pertenece a todos.
Para escritores como Manuel Vilas, uno de los pocos que se ha pronunciado públicamente en contra de la tilde en "solo", "la tilde requiere conocimientos gramaticales del español, es decir, es una tilde elitista, y el español es una lengua universal, hay que aligerarla de rémoras aristocratizantes. Siempre con García Márquez, que ya lo señaló", expresó este sábado en Twitter.
https://twitter.com/Granvilas/status/1631965520042786817?s=20
El escritor colombiano propuso en 1997 "jubilar la ortografía, terror del ser humano desde la cuna". En un discurso en el primer Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Zacatecas, propuso que "enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver".
García Márquez, en el fondo, nunca jubió la ortografía, y él mismo reconocía que esas preguntas que se hacía eran como "botellas arrojadas a la mar con la esperanza que le lleguen al dios de las palabras".
¿Dudas resueltas?
Como pequeño ejercicio, le proponemos la frase con la que empieza este artículo. ¿Le induce a confusión? ¿Qué interpreta? ¿Que alguien se ha quedado solo en su batalla por la tilde? ¿O se trata de una batalla solamente por una tilde? ¿O significa las dos cosas?
vcr