En un mundo donde el estrés y la ansiedad se han convertido en compañeros cotidianos, la búsqueda de métodos efectivos para manejar los problemas psicológicos es más relevante que nunca. La relajación, una práctica antigua y accesible, ha demostrado ser una herramienta valiosa para mejorar la salud mental.
Marta Rodríguez Martínez, Licenciada en Psicología y colegiada, asegura que la relajación es una respuesta natural del cuerpo ante el estrés, que implica reducir la actividad física y mental para alcanzar un estado de calma y serenidad. Aunque suena sencillo, este proceso requiere la integración de tres elementos principales: el entorno, el cuerpo y la mente.
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Para iniciar una sesión de relajación, es fundamental contar con un entorno adecuado. Un lugar silencioso y tranquilo, donde las distracciones sean mínimas, es ideal para aprender y practicar la relajación. Es crucial estar en una postura cómoda, ya sea sentado o acostado. A medida que desarrollamos esta habilidad, podremos relajarnos en ambientes menos ideales, pero al principio, un entorno sereno es indispensable.
Durante la relajación, nuestro cuerpo disminuye la intensidad de sus funciones: la respiración se vuelve más lenta y profunda, el ritmo cardíaco disminuye y los músculos se liberan de la tensión. La respiración es la clave para lograr este estado. Inhalar lentamente, retener el aire por unos segundos y exhalar con calma es un ejercicio simple pero poderoso. Este proceso no solo mejora la oxigenación, sino que también ayuda a expulsar la ansiedad y el estrés acumulados.
Un paso adicional en la relajación corporal es la técnica de tensión-relajación. Consiste en tensar y luego relajar diferentes grupos musculares del cuerpo, permitiendo apreciar la diferencia entre ambos estados. Este ejercicio, repetido varias veces, puede llevarnos a sentir una ligereza en el cuerpo, como si estuviéramos flotando.
El componente mental es igualmente crucial en el proceso de relajación. Nuestra mente puede ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo cuando intentamos relajarnos. Es vital dejar de lado los pensamientos negativos y permitir que la mente encuentre paz. Repetir mentalmente palabras como "relájate" puede ayudar a mantener la concentración. Además, podemos usar nuestra imaginación para transportarnos a lugares que nos brinden tranquilidad.
La actitud también juega un papel importante en la relajación. Es necesario aceptar plenamente el proceso y permitirnos dejarnos llevar, sin resistencias. La clave es respirar profundamente, relajar los músculos y visualizar un lugar seguro y tranquilo.
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De este modo, la relajación es mucho más que una simple pausa, es un proceso integral que involucra cuerpo, mente y entorno y que, con la práctica adecuada, puede convertirse en un recurso invaluable para enfrentar los retos psicológicos de la vida diaria.