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El acné adulto va más allá de las lesiones visibles, debido a que las cicatrices emocionales pueden perdurar mucho después de que la piel mejore. La conciencia, la comprensión y el apoyo emocional son esenciales en el viaje de quienes enfrentan este desafío dermatológico.
El 30% de las mujeres y el 7% de los hombres mayores de 25 años enfrentan problemas de acné que no solo afecta la piel, sino también la autoestima y la percepción social. Un reciente estudio presentado en un congreso europeo de la disciplina analizó los patrones de mirada y la actitud de las personas frente a rostros con acné o sus cicatrices.
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Este análisis expresó que los participantes se enfocan más en las lesiones cutáneas que en los ojos, considerando a las personas que padecen acné como menos atractivas, confiables, exitosas y seguras de sí mismas. Esta reacción tan avasallante genera en aquellos individuos afectados, inseguridad y retrocesos en el proceso de aceptación personal.
De igual manera, otro estudio científico manifiesta que las mujeres adultas con acné son más propensas a sufrir problemas de salud mental como depresión, ansiedad y aislamiento social. Generándoles esto, problemas laborales y familiares, ya que dependen del maquillaje para salir a la calle o de métodos de ocultación de todo tipo.
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Ante esto, la dermatóloga Alba Calleja destaca la importancia de un enfoque holístico al tratar el acné adulto. Escuchar las experiencias de los pacientes, comprender cómo les afecta en diferentes aspectos de la vida cotidiana y abordar las preocupaciones emocionales es primordial ya que esta enfermedad puede mejorar o empeorar de manera impredecible, generando estrés emocional adicional.
Por su parte, el dermatólogo y autor principal del estudio, Marek Jankowski, afirma que hubo un aumento significativo del acné adulto en los últimos 20 años, especialmente en mujeres. Además, señaló que si bien los factores genéticos y endocrinos juegan un papel importante, se vinculan con la dieta occidental, el estrés y el estilo de vida. Sin embargo, aún no hay evidencia científica concluyente. “Puede haber otros factores, como que ahora la gente lo consulta más. Antes tendía a esconderlo”, señaló.
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