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El universo felino es un enigma cargado de matices. Quienes comparten su hogar con estos animales saben que, muchas veces, las interacciones entre ellos pueden resultar confusas. Entre persecuciones y gruñidos, la línea que separa el juego de la confrontación parece difuminarse, y esto genera incertidumbre para quienes observan. Y la confusión no solo es propia de los dueños, también los estudios sobre la conducta de estos animales se enfrentan al desafío de comprender este comportamiento.
Para entender mejor el fenómeno, es necesario profundizar en las raíces de la psicología animal y los factores que influyen en su actividad social. Contrario a la percepción popular, los gatos no son tan solitarios como se cree.
Un artículo publicado en Frontiers in Psychology destaca que, aunque los felinos son más independientes que los perros, también desarrollan lazos afectivos con sus congéneres y con los humanos. Estos vínculos, sin embargo, están marcados por un individualismo característico, resultado de su evolución como cazadores solitarios. Sin embargo, pueden entablar relaciones complejas entre ellos, lo que lleva a interacciones que varían entre el juego y la confrontación.
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¿Cómo distinguir si los gatos juegan o pelean?
Una investigación publicada en Science Alert utilizó un enfoque científico para analizar las conductas de los gatos cuando interactúan entre ellos. Este estudio es pionero en ofrecer herramientas claras para que cualquier persona pueda diferenciar entre juegos y peleas.
El estudio analizó más de 100 videos de interacciones entre gatos y organizó su comportamiento en diferentes categorías que incluyeron desde posturas corporales hasta vocalizaciones. A través de un detallado análisis estadístico, los investigadores agruparon estos comportamientos en tres grandes grupos: juego, agonismo, es decir, conductas relacionadas con la competencia o confrontación, y un estado intermedio que podría confundirse con ambas situaciones. Esta categorización es de gran valor para los dueños de gatos, ya que proporciona una base observable que permite tomar decisiones informadas sobre la relación entre sus mascotas.
Uno de los hallazgos más significativos del estudio es la diferenciación entre el contacto físico amistoso y el agonismo. Los gatos que juegan suelen involucrarse en luchas cuerpo a cuerpo, pero sin mostrar señales de agresión, como gruñidos o vocalizaciones. En cambio, cuando existe una intención más agresiva, las señales son claras: silbidos, gruñidos y la evitación del contacto físico son indicadores de que las cosas se tornan en algo hostil.
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En este sentido, las vocalizaciones juegan un papel crucial en la identificación de la naturaleza de la interacción. Según un artículo en Journal of Feline Medicine and Surgery, los gatos utilizan una variedad de sonidos para comunicarse, muchos de los cuales indican incomodidad o tensión. Si bien es normal que durante el juego se produzcan algunos ruidos, las vocalizaciones agresivas son un indicio de que la situación podría escalar hacia una confrontación real.
El área más compleja para quienes observan a los gatos es el estado intermedio, en el que las interacciones parecen ambiguas. En estas situaciones, puede ser difícil discernir si se trata de un juego brusco o si la tensión entre los felinos aumenta. Este es el punto donde la interpretación del comportamiento se vuelve fundamental. Los dueños de gatos deben prestar atención a las señales de estrés, como el erizamiento del pelaje, la postura corporal tensa y la evasión prolongada. Estos signos, si se presentan de manera frecuente, pueden ser una alerta de que los gatos no están en buenos términos.
¿Cómo gestionar la conducta problemática de los felinos?
Cuando la convivencia entre gatos se vuelve tensa, es importante actuar de manera oportuna para evitar que los problemas de comportamiento se agraven. La implementación de estrategias adecuadas pueden marcar la diferencia entre una relación armoniosa y un ambiente cargado de tensión. Un estudio publicado en Sage Journals detalló algunos pasos clave para gestionar de forma efectiva las conductas problemáticas en los felinos.
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- Identificar los desencadenantes: observar las situaciones que generan tensión, como la competencia por comida o territorio, puede ayudar a reducir los conflictos.
- Asegurar recursos suficientes: proporcionar múltiples áreas de descanso, cajas de arena y comederos evita que los gatos se enfrenten por el acceso a estos.
- Separar temporalmente a los gatos: si las peleas son frecuentes, es recomendable separarlos por un tiempo para reducir el nivel de estrés y reintroducirlos de manera gradual.
- Enriquecimiento ambiental: juegos interactivos, rascadores y escondites pueden ayudar a canalizar la energía de los gatos de manera positiva, lo cual reduce la agresividad.
- Consultar a un especialista en comportamiento felino: en casos de conflictos persistentes, un experto puede ofrecer orientación profesional y diseñar un plan de intervención personalizado.
- Utilizar feromonas felinas sintéticas: estos productos ayudan a calmar a los gatos y pueden reducir la tensión entre ellos.
- Fomentar interacciones positivas: premiar a los gatos cuando se comportan de manera tranquila entre ellos refuerza conductas pacíficas.
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