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El pasado 10 de mayo, el mundo fue testigo de un incremento notable en la actividad auroral, con avistamientos reportados desde México hasta Inglaterra. Este fenómeno coincide con la pronunciada tormenta geomagnética anunciada por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA). Estas tormentas, provocadas por la interacción de eyecciones de masa coronal (CMEs) con el campo magnético terrestre, intensifican la aparición de auroras polares.
La NOAA ha categorizado esta tormenta como de nivel G5, lo que sugiere condiciones extremas que pueden impactar significativamente las infraestructuras tecnológicas y las comunicaciones satelitales.
Sin embargo, para los apasionados de la naturaleza y los fenómenos astronómicos, esta tormenta brinda una oportunidad única para presenciar la impresionante belleza de las auroras boreales en toda su magnificencia.
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¿Cómo se forma una aurora boreal?
Para comprender este fenómeno, es crucial entender su base física. Según la NASA, las auroras boreales son el resultado de la interacción entre el viento solar y el campo magnético terrestre.
El Sol emite continuamente una corriente de partículas cargadas, principalmente electrones y protones, conocida como viento solar. Cuando estas partículas alcanzan la magnetosfera terrestre, creada por el campo magnético del planeta, son dirigidas hacia los polos.
Al acercarse a la Tierra, estas partículas cargadas son canalizadas hacia las regiones polares a lo largo de las líneas del campo magnético, donde se produce el verdadero espectáculo: al chocar con los átomos y moléculas de gases presentes en la alta atmósfera, principalmente oxígeno y nitrógeno, las partículas cargadas excitan estos elementos, provocando que emitan luz en forma de colores brillantes.
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Los diferentes colores que se observan en las auroras boreal dependen del tipo de gas y de la altitud a la que se encuentren las interacciones. El oxígeno produce auroras de color verde o rojo, mientras que el nitrógeno tiende a generar tonos azules o púrpuras.
Diferenciando las auroras boreales y australes
Distinguir entre auroras polares, australes y boreales puede parecer complicado, pero se basa en la ubicación geográfica desde la cual se observan. Las auroras polares son fenómenos que ocurren cerca de los polos de la Tierra, tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur. Cuando se observan desde el hemisferio norte, se les llama auroras boreales, mientras que en el hemisferio sur se conocen como auroras australes.
Por ejemplo, si estás en Noruega, Canadá, Islandia o Alaska y ves luces coloridas en el cielo nocturno, es muy probable que estés presenciando una aurora boreal. Por otro lado, si te encuentras en lugares como la Antártida, Tasmania, Nueva Zelanda o el extremo sur de Argentina o Chile, las luces que observes serán auroras australes.
Ambos tipos de auroras comparten la misma magia y belleza cuando las observamos, siendo la única diferencia su ubicación relativa a los polos.
Las auroras polares, ya sean boreales o australes, son espectáculos naturales fascinantes que nos recuerdan la belleza y complejidad de nuestro planeta y del universo que lo rodea. Estos fenómenos, generados por la interacción entre el viento solar, el campo magnético terrestre y las partículas cargadas, ofrecen un espectáculo de luces cautivador que nos conecta con la vastedad del cosmos.
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