La mayoría de las personas han sido consultadas sobre su felicidad, o al menos en algún momento se han autopreguntado sobre ella. El tema es por demás interesante y complejo que desde hace muchos años diferentes pensadores han intentado descifrarla, describirla y ofrecer sus aportes para intentar encontrarla, si es que deba encontrarse.
Se podría decir que la felicidad es uno de los conceptos que más controversias generan a lo largo de nuestra vida y en muchas personas queda naufragando esa incertidumbre. Sin embargo, por distintas razones, muchos creen haberle encontrado el sentido a la felicidad en el día a día, en las pequeñas cosas, en la salud, en el contacto con seres queridos o en el simple hecho de vivir en paz.
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Un artículo de la revista Global de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala que muchas personas están convencidas de que vivimos en una época en que la felicidad no sólo no es el único objetivo de sus vidas, sino una obligación, “como si ser feliz fuera una forma de trabajo”, afirma.
Por otro lado, desde el Centro de Psicología Área Humana de España remarcan que la felicidad es un concepto emocional complejo y difícil de acotar, y lo es porque una de sus cualidades esenciales es la subjetividad. “La misma realidad, vivida por dos personas diferentes, puede significar un momento feliz para una y triste o decepcionante para otra”, manifiesta el psicólogo Juan Cañadas.
Si nos centramos en la subjetividad que encierra el concepto de felicidad para las personas, viene bien conocer qué pensaba el filósofo alemán Arthur Schopenhauer. El ilustrado era conocido por tener un pensamiento muy pesimista y en un libro llamado “El arte de ser feliz” volcó las claves para conseguir la felicidad en nuestra vida.
Schopenhauer afirmaba que lo primero que debemos hacer para hallar la felicidad es aprender a aceptar la realidad y seguir avanzando siempre. A esto suma que debemos ser conscientes de que lo único que podemos controlar es el presente, para así no ocupar nuestra mente en el pasado o futuro que son algo que ya pasó y algo que es incierto, respectivamente.
Por lo tanto, la felicidad siempre está en nuestras manos y en nuestra forma de comprenderla, en el “aquí” y en el “ahora”.
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