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En un mundo que valora la perseverancia como símbolo de fuerza y valentía, renunciar a algo que ya no nos satisface puede ser una de las decisiones más difíciles. Familias, amigos e incluso nuestra cultura nos instan a seguir adelante, promoviendo la idea de que “resistir es vencer”. Sin embargo, tal como sostiene Annie Duke, experta en toma de decisiones y autora de ¡Abandona! (2024), es vital saber cuándo dejar ir, especialmente cuando el coste de seguir es mayor que el beneficio.
La especialista nos recuerda que la tenacidad tiene un límite saludable. “La persistencia no siempre es la mejor opción, sobre todo cuando las circunstancias se vuelven insostenibles”. A menudo, ignoramos señales que indican que es momento de soltar. Esto sucede, en parte, porque el “abandonar” tiene una connotación negativa en nuestra sociedad: se asocia con rendirse o fracasar, mientras que persistir es visto como signo de carácter. Este sesgo cultural puede llevarnos a aguantar situaciones adversas en lugar de aceptar que es hora de tomar otro rumbo.
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Factores que impiden soltar
Según Duke, algunas de las razones más comunes incluyen:
- Ignorar consejos externos: A veces, nos sentimos incapaces de escuchar a quienes nos advierten sobre la necesidad de cambiar.
- Sesgos cognitivos: El “efecto dotación” nos hace valorar más lo que ya tenemos, aunque pierda valor real. Esto nos lleva a sobreestimar nuestras relaciones, trabajos o proyectos, temiendo que abandonarlos sea una pérdida.
- Temor a lo desconocido: Nos resulta más cómodo quedarnos en una zona familiar que enfrentar lo incierto. La expresión “mejor malo conocido que bueno por conocer” refleja el miedo que sentimos hacia un cambio radical.
Estos factores nos conducen a autoengañarnos, a creer que pequeños “progresos” justifican seguir adelante cuando, en realidad, estamos estancados. Reconocer cuándo es el momento adecuado para soltar es fundamental. Duke compara este proceso con una partida de póquer: a veces, retirarse mientras estamos “ganando” es la mejor estrategia para evitar pérdidas futuras. Las señales suelen ser sutiles, escuchar esas señales y saber diferenciar entre el miedo y la intuición es esencial para tomar decisiones conscientes y liberadoras.
Consejos prácticos
Para quienes luchan con la idea de renunciar, Duke propone varios pasos para facilitar el proceso:
- Aceptar la realidad: Reconocer que no todo está bajo nuestro control y aceptar las limitaciones puede ahorrarnos tiempo y energía.
- Rodearse de perspectivas externas: Contar con amistades objetivas puede ayudarnos a ver la situación con claridad, alejándonos de la necesidad de persistir sin razón.
- Convivir con la incomodidad: Renunciar duele, pero esa incomodidad es parte del proceso de cambio.
- Establecer criterios de eliminación: Fijar fechas o estados específicos nos permite tener un límite claro para evaluar si es momento de seguir o abandonar.
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Ante esto, Duke concluye que aprender a soltar no es renunciar a nuestros sueños, sino entender cuándo un camino ya no conduce a nuestros objetivos. Saber abandonar en el momento adecuado es un arte en sí mismo y una habilidad que puede mejorar nuestra calidad de vida. Para lograrlo, necesitamos superar el temor a la pérdida, escuchar nuestra intuición y tener el coraje de enfrentar lo desconocido.