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Tus pies, a menudo subestimados y pasados por alto, juegan un papel crucial en tu bienestar general. Cuidar de ellos no solo es estético sino esencial para mantener una vida saludable y activa. Acá te presentamos algunos consejos para asegurarte de que tus pies reciban la atención que merecen.
Después de una jornada agotadora, llegar a casa y liberar los pies de los zapatos es un placer insuperable. Sin embargo, hay momentos en los que el dolor persiste incluso después del merecido descanso. El cansancio puede tener dos orígenes principales: muscular o vascular.
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Juan Carlos Montero Arroyo, podólogo y vocal de comunicación del Ilustre Colegio Profesional de Podología de la Comunidad de Madrid (Icopoma), destaca que cada pie soporta el doble de nuestro peso en cada paso, lo que explica el dolor después de una actividad física extensa. Víctor Alfaro, director general de Podoactiva, señala que el exceso de carga, una mala pisada, traumatismos o un calzado inadecuado son causas comunes de molestias y fatiga.
Estos expertos en el cuidado de los pies, destacan la importancia de incorporar a la rutina agua con sal para prevenir diversas enfermedades y mantener una óptima salud. A continuación, exploraremos algunos de los beneficios que esta sencilla costumbre puede aportar a tus extremidades inferiores:
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1. Relajación: El agua tibia con sal crea una experiencia sumamente relajante, liberando tensiones acumuladas y reduciendo el estrés diario. Un baño revitalizante para tus pies que se traduce en bienestar físico y mental.
2. Alivio de dolores y calambres: El agua salina estimula la liberación de endorfinas, aliviando dolores y calambres musculares. Esta acción no solo contribuye al bienestar físico, sino que también mejora el estado de ánimo en cuestión de minutos, especialmente cuando la temperatura del agua es templada o caliente.
3. Mejora la circulación y reduce la inflamación: El agua caliente dilata los vasos sanguíneos, mientras que el agua fría los contrae. Esta variación de temperaturas, aplicada de manera adecuada, mejora la circulación y desinflama pies y tobillos. Una combinación estratégica que favorece la salud vascular.
4. Exfoliación: La sal, con sus propiedades exfoliantes, combinada con el agua y masajes suaves, ayuda a suavizar los callos de los pies. Este proceso elimina células muertas, proporcionando comodidad y mejorando la apariencia de tus pies. Para mayores resultados, se puede acompañar de una piedra pómez.
5. Prevención de hongos: Sumergir los pies en agua con sal, seguido de un secado meticuloso, contribuye a mantener la higiene podal. Esta práctica no solo previene la aparición de hongos, sino que también reduce las posibilidades de desarrollar el temido pie de atleta.
Además de estos consejos, Víctor Alfaro subraya la importancia de adoptar una buena rutina de cuidado de los pies, que incluye una higiene adecuada, secado e hidratación, junto con un calzado apropiado para cada situación. También, una dieta equilibrada y realizar actividad física acorde a cada circunstancia. Si el problema persiste, se debe consultar con un podólogo para abordar posibles problemas mecánicos, dermatológicos u otras causas subyacentes.
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