Cuando compartimos momentos sociales, el alcohol suele acompañarse de diversos alimentos. Sin embargo, algunas combinaciones pueden causar efectos no deseados en el cuerpo. Consumir ciertos tipos de comidas junto con bebidas alcohólicas puede intensificar la deshidratación, alterar la digestión o incluso aumentar la sensación de malestar, según los National Institutes of Health (NIH) .
Los alimentos ricos en sodio, como las papas fritas, embutidos o snacks salados, pueden agravar la deshidratación. El alcohol ya de por sí tiene un efecto deshidratante en el cuerpo, y al combinarse con estos alimentos salados, la sensación de sed y la pérdida de líquidos aumenta. Esta combinación puede intensificar los síntomas de la resaca, provocando dolores de cabeza y malestar general al día siguiente.
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Las comidas picantes o ácidas, como los tacos con salsa picante o platos con mucho limón, pueden ser una mala elección cuando se acompañan de alcohol. Según los expertos, estas combinaciones pueden irritar el estómago y el esófago, aumentando la acidez y el riesgo de reflujo. Las personas con sensibilidad gástrica pueden experimentar molestias digestivas, como ardor o náuseas, al mezclar estos alimentos con alcohol.
El consumo de alimentos con alto contenido de azúcar, como chocolates o postres dulces, también debe ser evitado. Según investigaciones, el azúcar puede aumentar la velocidad de absorción del alcohol en el organismo, lo que intensifica sus efectos. Esto no solo puede hacer que la persona se embriague más rápido, sino que también agrava la deshidratación, lo que puede empeorar los síntomas de resaca.
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Aunque pueda parecer que una bebida energética puede contrarrestar el efecto del alcohol, lo cierto es que la cafeína enmascara sus síntomas. Esto puede hacer que la persona beba más de lo que su cuerpo tolera, ya que se siente alerta artificialmente. Al final, el efecto acumulado del alcohol en el organismo puede ser más fuerte, aumentando el riesgo de intoxicación.
El consumo de pescados o mariscos crudos, como el sushi, puede ser riesgoso cuando se acompaña de alcohol. Esto se debe a que el alcohol debilita temporalmente el sistema inmunológico, lo que puede aumentar las posibilidades de sufrir una infección alimentaria. Además, el pescado crudo requiere una buena respuesta digestiva que el alcohol puede entorpecer, elevando el riesgo de malestar o complicaciones gastrointestinales.
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