Tres días después del golpe militar al gobierno de Chile, ocurrido el 11 de septiembre de 1973, y una vez levantado el toque de queda, cientos de chilenos caminaron por el área del Palacio de Gobierno y el Ministerio de Defensa para ver los impactos de balas y bombas que habían quedado en edificios públicos cuando las tropas militares arrasaron con ellos.
Las mujeres llenaron los almacenes en busca de alimentos, pues la mayoría de los comercios cerraron durante una semana, luego de que antes había estallado también una huelga de camioneros y de por sí ya había escasez de productos de primera necesidad.
Algunas fuentes militares extraoficiales estimaban que luego de los bombardeos, el número de muertos había sido de un millar y varios miles de personas habían sido arrestadas. El comandante en jefe del ejército, general Augusto Pinochet, juró la noche de aquel 11 de septiembre como presidente de la Junta de Gobierno.
México, tres días de luto por Chile
“No reconozco al gobierno de facto establecido en Chile y por ello he presentado mi renuncia con carácter indeclinable”, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL el embajador de Chile en México, Hugo Vigorena.
En la sede de la representación diplomática de Chile en México, la bandera chilena fue izada a media asta y permaneció así 48 horas, en señal de duelo por la muerte del presidente Salvador Allende.
México se solidarizó con Chile y guardó luto oficial durante tres días en homenaje a la memoria del primer mandatario sudamericano. El entonces Ejecutivo mexicano Luis Echeverría ordenó que los días 17, 18 y 19 de septiembre la bandera nacional se levantara a media asta en todo edificio público.
El 14 de septiembre un avión de Aeroméxico voló a tierras chilenas para recoger a Hortensia Bussi, viuda de Allende, a sus hijas Beatriz e Isabel, así como a cuatro niños, nietos del ex presidente. Desde entonces ella realizó recorridos por varios países para denunciar las violaciones contra los derechos humanos ejercidos por la dictadura militar del general
Augusto Pinochet.
La casa de Allende, un arsenal
El 11 de septiembre de 1973, día del Golpe de Estado en Chile, la información llegaba a cuenta gotas a este periódico y luego de varios días de sucedidos los hechos. La agencia France Press anunció la integración del nuevo gobierno compuesto por militares después de que fue derrocado Salvador Allende.
A la cabeza estaba el general Augusto Pinochet, como secretario del Interior, el general de División, Oscar Bonilla; en Relaciones Exteriores, el contraalmirante Ismael Huerta Díaz.
Un día antes, este diario había publicado los rumores de la renuncia de ministros militares en Chile. “El consejo de ministros celebró hoy una reunión bajo la presidencia del doctor Allende para examinar la situación general del país, en especial la cadena de huelgas de los gremios empresariales y profesionales y la campaña de atentados y actos terroristas”, continuaba la nota.
Allende decidió suicidarse antes de caer en manos traidoras, sus restos fueron inhumados al medio día del miércoles 12 de septiembre.
Hubo imágenes de lanzacohetes, chalecos antibalas, munición para metralletas y otras armas menores cuya procedencia fue clasificada como soviética, alemana y checa.
“La casa privada de Allende estaba convertida en una fortaleza que, sin embargo, no ofreció mayor resistencia a las fuerzas que se levantaron en contra”, se leía en una nota de aquel 13 de septiembre.
También se describía que en diversas dependencias fueron encontradas bazukas antitanques, ametralladoras de diversos calibres, armas de fabricación casera y manuales para dicho material.
Fuente
Hemeroteca EL UNIVERSAL