El 2 de octubre de 1968 es una fecha que permanece grabada en la historia mexicana como un día de violencia desmedida en contra de estudiantes y civiles que buscaban mayores libertades y cambios democráticos.
Ese día, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, el Ejército Mexicano y el Batallón Olimpia reprimieron brutalmente una manifestación pacífica como parte de la llamada "Operación Galeana". Este evento, ocurrido apenas 10 días antes de los Juegos Olímpicos de México, dejó un saldo de muertos y desaparecidos que nunca ha sido esclarecido por completo.
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De acuerdo con un articulo en Scielo, hecho por Bianca Garduño Bello, licenciada en Sociología y estudiante de la Maestría en la Universidad Autónoma Metropolitana, la represión en Tlatelolco se enmarca dentro de un contexto de tensión política en el que el gobierno, en lugar de atender las demandas estudiantiles, optó por reprimir el movimiento. "La masacre fue parte de un plan para sofocar cualquier disturbio que pudiera empañar la imagen del país en el escenario internacional", explica el documento.
Los estudiantes protestaban por la democratización de la enseñanza y la libertad política, entre otras demandas legítimas. Sin embargo, el gobierno temía que estas movilizaciones afectaran la imagen de estabilidad que deseaba proyectar ante el mundo con la inminente celebración de los Juegos Olímpicos. Esta decisión dio lugar a uno de los capítulos más oscuros de la historia mexicana, que aún resuena en el país y en el mundo.
La consigna "2 de octubre no se olvida" encierra un sentido mucho más amplio que un simple recordatorio de los hechos ocurridos en 1968. De acuerdo con Bianca, esta frase ha evolucionado para representar una demanda constante de justicia y una denuncia de la impunidad que ha caracterizado la respuesta gubernamental a la masacre de Tlatelolco. A pesar de los años transcurridos, no ha habido rendición de cuentas adecuada, lo que convierte este grito en un símbolo permanente de resistencia frente a la violencia del Estado.
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El artículo también señala que "la frase se ha convertido en un grito de denuncia contra la impunidad" y es transmitida de generación en generación como una herramienta de memoria histórica.
Además, ha cobrado una relevancia aún mayor en el contexto actual, donde persisten casos de violencia estatal, desapariciones forzadas y violaciones a los derechos humanos. Cada año, el 2 de octubre, las calles de México se llenan de manifestaciones en las que se recuerda a las víctimas y se exige justicia para los caídos, así como para los nuevos casos de represión en el país.
Hoy en día, el “2 de octubre no se olvida” es más que un recordatorio de la masacre de Tlatelolco. Se ha convertido en un estandarte para luchar contra los abusos del poder, la violencia institucional y la falta de justicia en México. La persistencia de casos de desaparición forzada, como el de Ayotzinapa, y la falta de soluciones a otros casos de violaciones de derechos humanos, son prueba de que el país aún enfrenta grandes desafíos en materia de justicia y transparencia.
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