La diarrea es uno de los problemas de salud más comunes en los perros y aunque a veces puede ser un episodio aislado, también puede ser señal de un problema más grave. Comprender sus causas, cómo tratarla y qué medidas tomar para prevenirla es fundamental para garantizar el bienestar de nuestras mascotas.
Controlar lo que tu perro come es clave para evitar problemas gastrointestinales. Fuente: Freepik.
Existen múltiples razones por las que un perro puede sufrir diarrea, desde factores alimenticios hasta enfermedades infecciosas. Algunas de las causas más comunes según la especialista Alba Navas, incluyen:
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- Cambios en la dieta: Introducir alimentos nuevos de forma repentina puede alterar el sistema digestivo del perro.
- Ingestión de sustancias inapropiadas: Basura, plantas tóxicas o alimentos no aptos para perros, como chocolate o cebolla, pueden desencadenar diarrea.
- Parásitos intestinales: Lombrices, giardias y otros parásitos son una causa frecuente, especialmente en cachorros.
- Infecciones bacterianas o virales: Patógenos como la salmonella o el parvovirus pueden provocar diarrea severa.
- Estrés: Situaciones como mudanzas, viajes o cambios en el hogar pueden afectar el sistema digestivo del perro.
- Enfermedades subyacentes: Condiciones como enfermedades inflamatorias del intestino, pancreatitis o insuficiencia hepática también pueden manifestarse con diarrea.
Controlar lo que tu perro come es clave para evitar problemas gastrointestinales. Fuente: Freepik.
Una de las principales causas de este malestar son los alimentos que consumen, ya que no todo lo que les gusta es seguro para ellos. A continuación, te contamos qué alimentos evitar para mantener la salud digestiva de tu peludo:
- Alimentos grasos: El organismo de los perros no está diseñado para procesar grasas en exceso, lo que puede provocar diarrea, alteraciones intestinales e incluso enfermedades graves como pancreatitis. Ejemplos: Tocino y embutidos, quesos grasos, aceites de cocina usados, pollo frito o con piel.
- Alimentos dulces: Los dulces contienen componentes como el azúcar y el xilitol, que son altamente dañinos para los perros. Además de provocar diarrea, pueden causar daños metabólicos graves y representar un riesgo para su vida. Ejemplo: Chocolate, caramelos y golosinas. Galletas dulces y panecillos.
- Lácteos: La mayoría de los perros no producen suficiente lactasa, la enzima necesaria para digerir la lactosa, lo que puede causar molestias digestivas como diarrea, gases e hinchazón. Alimentos lácteos a evitar: Leche entera, quesos grasos, yogures endulzados.
- Frutas y verduras peligrosas: Aunque muchas frutas y verduras son saludables, algunas pueden ser perjudiciales debido a su alto contenido de azúcar, acidez o toxicidad. Frutas a evitar: Uvas y pasas, cítricos como naranjas y limones. Mango y piña en exceso. Verduras a evitar: Cebolla, ajo, coliflor y espárragos.
- Alimentos picantes y condimentados: El tracto digestivo de los perros es mucho más sensible que el de los humanos y los alimentos picantes pueden causar inflamación, diarrea y deshidratación.
- Carne cruda y huesos: Aunque la carne cruda puede ser parte de la dieta de algunos perros, es crucial asegurarse de su calidad y manejo. Carne contaminada o transiciones abruptas hacia este tipo de alimentación pueden causar diarrea. Además, los huesos tienden a astillarse, lo que puede provocar obstrucciones intestinales, dolor o diarrea.
- Nueces y restos de comida humana: Las nueces, especialmente las altas en grasas y aceites, son difíciles de digerir para los perros, causando irritación y posibles obstrucciones. Por otro lado, los restos de comida humana suelen contener condimentos, sal y especias que no son aptos para ellos, alterando su flora intestinal y produciendo diarrea.
Controlar lo que tu perro come es clave para evitar problemas gastrointestinales. Fuente: Freepik.
Aunque algunos episodios de diarrea pueden resolverse por sí solos, hay signos que indican la necesidad de consultar a un veterinario:
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- Presencia de sangre o moco en las heces.
- Diarrea acompañada de vómitos, fiebre o letargo.
- Episodios que persisten por más de 24-48 horas.
- Pérdida de peso repentina o falta de apetito.
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Controlar lo que tu perro come es clave para evitar problemas gastrointestinales. Introducir nuevos alimentos de forma gradual, evitar los productos mencionados y consultar siempre con un profesional en caso de dudas son las mejores formas de proteger la salud de tu amigo de cuatro patas.