Con una simple llamada por WhatsApp -que ni siquiera necesitas contestar- podrían espiarte y saber todo lo que escribes o hablas.
Esa conclusión llevó al servicio de mensajería propiedad de Facebook a interponer este martes una demanda en contra de la empresa israelí NSO Group, donde la acusa de ciberataque y espionaje contra usuarios de la aplicación.
En un hecho inédito en la industria, WhatsApp acusó en un tribunal del estado de California, EE.UU., a la compañía israelí de enviar malware de espionaje a cerca de 1.400 teléfonos móviles, con el propósito de vigilar a sus dueños.
Ese malware es conocido como Pegasus.
"En WhatsApp estamos convencidos de que la gente tiene un derecho fundamental a la privacidad y nadie puede acceder de forma fraudulenta a sus conversaciones privadas", explicó la compañía en uno de sus blogs.
Entre los usuarios afectados se cuentan periodistas, activistas de derechos humanos y diplomáticos.
En México, por caso, se dio a conocer porque se utilizó para espiar a figuras públicas como la periodista Carmen Aristegui.
El periódico The Washington Post señaló que el teléfono del periodista saudita Jamal Khashoggi, que fue asesinado dentro del consulado de Arabia Saudita en Estambul el año pasado, estaba "infectado" con un programa de la compañía israelí.
NSO Group indicó que las acusaciones por parte de WhatsApp son falsas y anotó que su misión es la de una empresa dedicada a prestar servicios a los gobiernos para luchar "contra el terrorismo".
Te puede interesar: Call of Duty: Modern Warfare consigue más de 600 mdd en su lanzamiento
"En los términos más fuertes posibles rechazamos las acusaciones que hace WhatsApp y vamos a luchar contra ello de manera vigorosa", explicó NSO en un comunicado que se dio a conocer este miércoles.
Según la compañía, este software sólo se le vende a gobiernos.
¿De qué acusa Whatsapp a NSO?
En su demanda ante el tribunal, WhatsApp señaló que NSO Group "desarrolló un malware con la idea de acceder a los mensajes y otras comunicaciones después de descifrarlas en dispositivos seleccionados".
WhatsApp es la aplicación de mensajería más utilizada en el mundo, con cerca de 1.500 millones de usuarios, y los mensajes que se comparten a través de su plataforma están encriptados y solo los puede leer el destinatario de la comunicación.
Sin embargo, de acuerdo a WhatsApp, simplemente con una llamada -que ni siquiera requería ser contestada- NSO Group logró que, a través de su programa Pegasus, se pudiera acceder al dispositivo y a las comunicaciones que emitía la persona dueña del dispositivo.
"El malware tiene la capacidad de iniciar una poderosa forma de espionaje que incluye la capacidad de interceptar comunicaciones, robar fotos y otros tipos de datos y activar micrófonos y cámaras dentro del dispositivo", explicó la empresa estadounidense.
"Creemos que este ataque alcanzó a cerca de 100 miembros de la sociedad civil alrededor del mundo, lo que es un inequívoco patrón de abuso", agregó.
Los usuarios afectados provienen de países como Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y México, según lo que se recoge en la demanda.
La intención del servicio de mensajería es buscar que legalmente se prohíba a NSO usar su servicio y, en este sentido, se trata de la primera vez que un servicio de mensajería encriptado decide tomar acciones legales de este tipo.
Acusación inédita
Lo cierto es que WhatsApp, de acuerdo a distintos analistas, siempre ha defendido como uno de sus principales valores la privacidad de los mensajes, que son encriptados. Y cualquier duda al respecto es considerada seriamente por la compañía.
Así, la decisión de tomar acciones legales también sirve como advertencia para cualquier gobierno que quiera usar este tipo de herramientas.
"Si eres el líder de un gobierno autoritario que le compra malware a NSO, ahora conoces el riesgo al que te enfrentas si puedes ser descubierto", le dijo al diario Washington Post Eva Galperin, directora de Electronic Frontier Foundation, una organización no gubernamental que trabaja para defender los derechos digitales.
Por su parte, David Kaye, el comisionado de la Libertad de Expresión de Naciones Unidas, indicó que la industria de vigilancia electrónica necesita mucho más escrutinio y control.