Zoe está entusiasmada con la idea de seguir estudiando "con mis amigos, en lugar de hacerlo sola en casa". Karen Dolva, la cofundadora noruega de No Isolation, de 27 años, cuenta que una amiga que trabajaba como enfermera de niños "me comentó que esos niños se sentían miserables y solo veían a sus familias", dice ella.
Ella y dos amigos, los tres con experiencia en ingeniería y tecnología, hablaron con los niños y descubrieron que los teléfonos inteligentes y las aplicaciones de mensajería no eran suficientes para aliviar sus sentimientos de aislamiento.
"Nos dimos cuenta de que los niños debían tener presencia en lugares en los que no estaban", dice Dolva. Pero los niños también dijeron que se sentían "más cómodos cuando no tenían que ser vistos". Por ello, aunque AV1 les permite ver y escuchar lo que sucede en el aula, otros niños solo pueden escuchar sus voces a través del parlante del robot.
Otros robots de telepresencia tienen video bidireccional.
Si bien muchas enfermedades que alguna vez fueron mortales ahora son tratables, eso significa que hay más personas que viven con enfermedades crónicas, que a menudo sintiéndose aisladas como resultado.
En 1960, el 1,8% de los niños en Estados Unidos tenían una condición de salud lo suficientemente grave como para interferir con sus actividades diarias habituales. En 2010, era más del 8%, según un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association.
Así que los robots de telepresencia están creciendo rápidamente en popularidad, un buen augurio para compañías como con No Isolation -los fabricantes de AV1-, así como otras firmas como Ohmnilabs, Giraff Technologies, Double Robotics y Vecna.
El analista de mercado de robots Lian Jye Su, de ABI Research, cree que el mercado de robots de telepresencia crecerá de US$164 millones a US$237 millones para 2023.
Pero no son baratos: AV1 cuesta alrededor de US$2.900 o US$215 al mes en alquiler, mientras que el precio del robot Ohmnibs Ohmni empieza desde US$1.500.
"La única cura para la ausencia es la presencia", dice Megan Gilmour, una madre de tres hijos de Canberra, Australia, que ha estado haciendo campaña para la introducción de dichos robots en las escuelas.
¿Un amigo de hecho?
Los robots de telepresencia también ayudan a combatir la soledad y el aislamiento que a menudo sienten las personas mayores que viven solas o atrapadas en el hospital.
Dor Skuler, director ejecutivo de Intuition Robotics en Tel Aviv, ha desarrollado un robot diseñado para ser un compañero estimulante para las personas mayores.
ElliQ es un robot inteligente que Skuler describe como "un tipo de compañero que te sugiere cosas para hacer: 'Oye, está lindo afuera, ¿por qué no dejas de ver televisión y sales a caminar?' O escuchas una ópera juntos, o miras una charla de TED", dice. La capacidad de sorprender a los usuarios es clave, cree Skuler.
"En el momento en que comienza a actuar como una máquina, la magia desaparece".
Pero quizás el desafío más apremiante para estos robots de telepresencia es la conectividad, dice Veronica Ahumada Newhart, que los estudia para su doctorado en la Universidad de California en Irvine.
Las escuelas, los hogares, los hospitales y demás están construidos con materiales duraderos, ladrillos y bloques de hormigón, que tienden a bloquear las señales de wi-fi y móviles.
"Están en la clase, haciendo sus cosas, y se desconectan, entonces no están realmente allí, porque la clase sigue sin ellos", dice Newhart.
Apunta además que los robots parecen funcionar mejor en clases pequeñas y en escuelas rurales, donde los estudiantes tienen vínculos estrechos con un alumno ausente, agrega Newhart.
Para niños con enfermedades crónicas como Zoe, parece que hacen una gran diferencia.