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La tecnología se ha ido transformando no solo para lucir mejor y ofrecer más funciones, sino para hacer más cómodo su control. Hoy, por ejemplo, es posible realizar varias acciones a través de comandos de voz, algo que puede ser muy útil en muchas circunstancias, pero que está dejando al descubierto una dura verdad: no están diseñados para personas con discapacidad .
Esa fue la experiencia de la familia Varela, en Buenos Aires que, según reporta el medio Chequeado, aprovechó una oferta para adquirir una televisión inteligente de 50 pulgadas a meses sin intereses. La compra ya era motivo de alegría para el matrimonio y sus hijos Natalia y Franco, de 24 y 28 años respectivamente, pero la mejor sorpresa llegó cuando descubrieron que el control remoto respondía a la voz.
En este tipo de controles el usuario tiene que tocar un botón y luego dar la instrucción, por ejemplo, abrir Netflix o Prime Video. “Yo sé que el control por voz es común en teléfonos pero nunca lo habíamos visto en un control remoto. Era la gran novedad y nos divirtió probarlo”, relató Marcelo, el padre de familia. Sin embargo la diversión se acabó cuando se dieron cuenta de que los entendía a todos menos a Franco, su hijo con síndrome de down , a quien siempre le mostraba una alerta de que no entendía su instrucción.
La razón es que Franco, al igual que otras personas como él, tiene una dicción que no es idéntica a la del resto de los integrantes de su familia, lo que no es un obstáculo para comunicarse con ellos ni con sus amigos, pero sí con un televisor de alta gama lo que solo recordó a la familia los obstáculos que suele encontrar en su vida diaria pero que no esperaban tener que sufrir en su propia casa. "Nos depositó como familia en una circunstancia de no inclusión que nos sorprendió porque es increíble que un producto de tecnología de última generación, algo realmente muy premium, no esté pensando o preparado para el colectivo de las personas con discapacidad".
Aunque cada vez hay más sistemas que “entienden” lo que dicen los usuarios y permiten desde realizar ciertas funciones hasta dictarles un texto, hay barreras que no se están considerando.
El lograr una interacción entre personas y computadoras mediante lenguaje natural hablado ha sido un logro que ha llevado años. Actualmente, gracias a tecnologías como Machine Learning esta posibilidad está disponible en muchos dispositivos populares, como bocinas y smartphones de gama media y alta gracias a asistentes de voz como Siri , de Apple; Alexa, de Amazon; o Google Assistant.
A diferencia de los obstáculos a los que se enfrentaron los primeros diseñadores de esta tecnología, el aprendizaje automatizado permite que estos asistentes vayan mejorando su desempeño a partir del procesamiento de más palabras.
La popularidad y el acelerado desarrollo de estos sistemas ha llevado a especialistas a considerar que nos estamos acercando a una era "post pantalla", en donde las compañías de tecnología deben estar preparadas para que la interfaz del usuario se dé a través de la voz. De hecho, de acuerdo con una proyección de Google, en 2023 habrá 8 mil millones de asistentes de voz en uso en todo el mundo.
¿Serán incluyentes?
Considerando que, de acuerdo con un informe publicado en 2018 por la Organización Mundial de la Salud, solo una de cada 10 personas que viven con discapacidad en el mundo accede a tecnología que le permita un mejor nivel de vida, personas como Marcelo Varela quien preside ASDRA (Asociación Síndrome de Down de la República Argentina), están convencidas de que se debe hacer algo al respecto.
Desde ASDRA impulsan el Proyecto Dane, una plataforma que fomenta aplicaciones, software y videojuegos pensados para personas con discapacidad , en especial intelectual. Algunos de los títulos buscan por ejemplo, ayudarles a entender el uso del dinero, fomentar el conocimiento musical o el reconocimiento de emociones. Todos los proyectos fueron diseñados pensando en las limitaciones de los usuarios finales quienes no son considerados en sistemas masivos como los comandos de voz en un control remoto.
Por lo anterior es que han surgido iniciativas como Project Understood, da Sociedad Canadiense de Síndrome de Down, que busca que las grandes compañías que diseñan asistentes de voz sumen a sus algoritmos datos de esa población tras comprobar que Google Home , por ejemplo, solo reconoce el 30% de la palabras dichas por una persona que vive con Síndrome de Down. Al proyecto se sumó Google, que se comprometió a sumar 500 nuevas voces para mejorar sus algoritmos.
El interés no se basa solo en querer acercarlos a las herramientas que todos los demás pueden utilizar para facilitar su vida diaria sino porque han descubierto que una app mal diseñada, por ejemplo para ordenar comida, puede pasar de ser una gran ayuda a un notable impedimento, lo que se debe a que las plataformas más populares no se han preocupado por ser compatibles con los programas de accesibilidad presentes en algunos sistemas operativos de teléfonos celulares y computadoras con la intención de que usuarios con discapacidad visual puedan saber el contenido de un texto o imagen.
Sin embargo, según un informe de la consultora Deque, el 80% de los sitios de noticias estadounidenses tiene "problemas de accesibilidad significativos" y, en el caso de las apps, muchas de las más populares presentan problemas graves.
En tiempos de pandemia y aislamiento social las consecuencias negativas de lo anterior quedan aún más expuestas lo que ha llevado a personas como Nahuel González a fundar Innovar Para Incluir, un proyecto social orientado a la divulgación científica, el software libre y a el desarrollo de tecnologías para la inclusión. González comenzó a interesarse por estos temas cuando conoció a Gaspar Olmedo, un joven de su misma edad que vivía con ELA, esclerosis lateral amiotrófica, y cuya sociabilidad había comenzado a disminuir porque no podía salir de su casa y pocas personas iban a visitarlo. Inspirado por él, junto con compañeros de la facultad diseñaron un sistema de hardware y software para que le permitió navegar por Internet , utilizar redes sociales y comunicarse con una voz que "leía" sus textos, que podía escribir a pesar de que, debido a que su enfermedad, no podía mover su cuerpo.
Tras más de una década de trabajo, González reconoce que los desarrollos de la tecnología en general, y de los algoritmos de inteligencia artificial en particular, podrían ser mayores y llegar a más personas si estuviesen coordinados por lo que propone impulsar el software y el hardware de distribución gratuita.
Asimismo se busca involucrar a las personas con discapacidad desde el momento mismo del diseño de una aplicación móvil o un dispositivo electrónico aunque, para ello, se necesita una mayor diversidad entre aquellos y aquellas que piensan, programan y prototipan los desarrollos. Esto implicaría sumar hombres y mujeres discapacitados a los procesos, lo que podría, a la vez, aliviar el problema de la desocupación en esta población vulnerable.
La investigación periodística de la Chequeado (fuente de este texto), como ese mismo medio lo señala "es una de las ocho investigaciones latinoamericanas sobre las implicancias éticas del uso de inteligencia artificial y algoritmos en políticas públicas y empresas privadas a nivel regional. Todas estas piezas son financiadas por Chequeado gracias al apoyo de Knight Foundation".