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Texto escrito por Francisco Corona, Director de Tecnología de Microsoft México
La IA ha trascendido su papel como una herramienta más de trabajo; representa una promesa de la visión a futuro que deberíamos tener como humanidad. Los avances del aprendizaje automático me recuerdan a otros fenómenos considerados transformadores que hemos vivido a lo largo de los últimos años, llevándome a pensar que la profundidad de este cambio podría ser aún mayor.
Al hacer reflexión sobre el camino recorrido por la humanidad, tengo presente cuando las máquinas de escribir fueron sustituidas por las computadoras, este cambio, recuerdo, impactó el puesto laboral de mi madre; la llegada del Internet; los teléfonos inteligentes, documentos que ‘viven en la nube’ y, ahora, la inteligencia artificial. Cada uno de estos hitos ha digitalizado nuestro entorno, pero también han facilitado nuestras vidas sin dejar de lado las emociones características de nosotros, los humanos.
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La IA, junto con la capacidad y experiencia humana, debe estar diseñada para beneficiar a la sociedad. No voy lejos, según el Índice de Tendencias del Trabajo 2024 de Microsoft, 3 de cada 4 trabajadores de oficina a nivel mundial (75%) ya utilizan la IA en su trabajo, con el objetivo de ser más eficientes.
Cuando hablamos de organizaciones, de los encuestados a escala global que ya invierten en IA, el 47% dijo que el motivo principal era crear productos o servicios nuevos, esto les permite reinventar sus negocios para distinguirlos de la competencia y fomentar el crecimiento, es decir, impulsar la innovación.
La eficiencia e innovación impulsadas por la IA, están creando un nuevo sector económico. Estas oportunidades no solo benefician a las empresas existentes, sino que también dan lugar a nuevas empresas y categorías comerciales.
De acuerdo con consultoras como Accenture y McKinsey, la apuesta por la IA, a nivel mundial, podría duplicar el crecimiento económico anual para 2035; aumentar la productividad laboral hasta en un 40%; agregar un 2% al PIB mundial y crear el equivalente a 72 millones de empleos a tiempo completo para 2025.
Las palabras y números se vuelven más tangibles cuando hablamos de casos específicos. Un ejemplo de aprendizaje automático —que es cómo enseñar a un algoritmo a aprender por sí mismo— es su uso en la medicina. Hoy, los algoritmos de IA pueden analizar miles de imágenes para detectar signos tempranos de enfermedades como la retinopatía en los recién nacidos. Esto permite a los médicos diagnosticar más rápido y con mayor precisión, ayudándolos no solo a maximizar el bienestar de las personas, sino también en algunos casos a salvar vidas. Estos primeros pasos y situaciones son un testimonio de la promesa de la visión y la colaboración.
Cuando hablamos que la capacidad de la IA para marcar una diferencia, solucionar algunas de las principales problemáticas a nivel mundial, mejorar nuestro día a día, ser más eficientes, fomentar la innovación, así como tomar decisiones más rápido, estamos logrando una verdadera sinergia entre las máquinas y humanos.
Esta colaboración es solo una parte del futuro de la inteligencia artificial. La automatización avanzada, la personalización mejorada, la interacción más natural, así como la ética y la regulación son tendencias que podrían definir nuestro camino.
Conforme vayamos implementando la IA en nuestras vidas, surgirán más preguntas, y como humanos, nos corresponderá encontrar las respuestas más adecuadas. El siguiente paso es crear los niveles de confianza adecuados para que las personas adopten la IA y, como humanidad, alcancemos el máximo potencial para mejorar nuestras vidas.
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