Cuando se entregan los resultados de los exámenes de ingreso a la universidad en todo el mundo el escenario es el mismo. Jóvenes estresados y nerviosos que se alegran al ver su puntaje o se decepcionan al saber que no lograron un lugar en la carrera que querían. Aunque este año las emociones estuvieron presentes, en el Reino Unido algo cambió, un algoritmo se encargó de decidir quién sí y quién no cursará los estudios superiores.
Como reporta el medio Wired, la pandemia de coronavirus significó que los exámenes de ingreso en el Reino Unido fueran cancelados y reemplazados por evaluaciones y algoritmos, lo que ha generado molestias entre cientos de estudiantes .
En Escocia , por ejemplo, el gobierno se vio obligado a cambiar completamente de rumbo después de que decenas de miles de estudiantes fueran rechazados por un algoritmo que cambiaba sus calificaciones en función de su rendimiento anterior y otros factores.
Anticipándose a esta reacción, el gobierno de Inglaterra lanzó lo que llama un 'bloqueo triple', mediante el cual, a través de apelaciones , los estudiantes podrán elegir efectivamente su calificación de una evaluación del maestro, los resultados de sus exámenes simulados o hacer una repetición en otoño si no están de acuerdo con la calificación que el sistema les asignó.
El problema va más allá de un error tecnológico. Los estudiantes están denunciando que aquellos que pertenecen a minorías étnicas de entornos más pobres son los más afectados. Primero porque las evaluaciones de sus maestros tienden a ser más bajas que las de los estudiantes blancos. Sin embargo, este año, debido al coronavirus, esas evaluaciones potencialmente sesgadas se modificaron, teniendo en cuenta el desempeño histórico de los alumnos , pero eso tampoco salió bien.
Los cálculos del algoritmo llevaron por ejemplo a bajar la calificación de un alumno brillante solo porque estudiaba en una escuela de bajo rendimiento, eso significó que los estudiantes de los entornos más pobres tenían el doble de probabilidades de que sus resultados fueran degradados en comparación con los de las zonas más ricas.
Por otra parte también hay injusticias en el proceso de apelación, particularmente en Inglaterra, donde la decisión de apelar o no depende de la escuela, no del alumno. De la misma manera que en el caso anterior las escuelas privadas con mejores recursos podrán apelar más fácilmente que las escuelas públicas con fondos insuficientes.
Todavía no está claro cómo es que pretenden actuar las autoridades universitarias para resolver los problemas que se están generando.
Algunos consideran que darle el poder a los maestros de calificar a los estudiantes les permite tomar una decisión determinante para su vida que podría ser manipulada por cuestiones personales.
También señalan que las apelaciones podrían tardar demasiado por lo que, incluso si fuera favorable para el alumno, sería tarde para aplicar a las instituciones de más prestigio.
La mayoría coincide en que los exámenes simplemente deberían haberse tomado más adelante en el año, con la implementación del distanciamiento social. La situación actual ha convertido los resultados en un tema político.
Las universidades también están mirando la situación con nerviosismo, afirma Wired. “Las personas con las que hablamos han estado observando la situación en Escocia y sospechan que muchos alumnos, al menos aquellos de escuelas que pueden pagar las apelaciones, esencialmente terminarán obteniendo la calificación que quieran”.
Se espera que la decisión de algunas instituciones educativas sea analizar las evaluaciones para descubrir qué alumnos pudieron ser injustamente tratados y ofrecerles un lugar.
En cualquier caso estamos viendo cómo no siempre el uso de la tecnología representa un proceso transparente y puede dejar inconformes a miles.