Ciudad que alberga las tres grandes religiones monoteístas, sus asedios y la sangre derramada de sus habitantes está contada en sus muros que sirven para el lamento

Conocida como la “Flor nueva” de Etiopía, es una capital cargada de historia y misticismo que evoca los tiempos de la Reina de Saba, en ese arcaísmo bíblico en que está envuelta