El dilema que busca resolver esta resolución es particularmente complejo. Los países con mayor fortaleza científica e inversiones más altas en el desarrollo de la vacuna esgrimen el argumento de que los primeros inoculados serán sus ciudadanos y, si se puede y alcanza la producción, entonces se ofrecerá a otras naciones. Es comprensible que los gobiernos de los países que inventen la vacuna se inclinen por abastecer primero a su población. Muy pocos líderes pondrían por delante la cooperación in