La justicia penal se mueve entre contradicciones, dilemas y paradojas. Es la expresión más severa de la justicia, porque puede disponer de la libertad y, en ocasiones, de la vida de los ciudadanos. Por eso es necesario examinar con infinito cuidado los medios, los métodos y los resultados de esta versión de la justicia, espejo en el que se mira el rostro del Estado.