Por eso está tan de moda que cualquiera se permita dar lecciones y predicar, considerarse único y sin antecedentes ni maestros (las jóvenes feministas son ejemplares en esto), igualarse con los más grandes (“nosotros los escritores” dijo en la FIL una joven que acaba de publicar su primera novela, poniéndose junto con Vargas Llosa), burlarse de las decisiones que toman los que saben.