Por ejemplo, cuando se dijo que la enfermedad se curaba bebiendo metanol, hubo más de 700 muertos en Irán por ingerir ese compuesto químico tóxico para el cuerpo humano, o cuando el presidente de Estados Unidos dijo que había que inyectarse alguno de los desinfectantes de uso doméstico o cuando el presidente de Brasil promovió la hidroxocloroquina, un fármaco antipalúdico.

Y aunque se tardaron demasiado, pues llevamos ya cinco meses en ésta situación, tienen razón: el problema de la vivienda debe atenderse. En lo que no la tienen es en el cómo. Y es que, según afirman dichas señoras, la vivienda es un derecho humano, pero, convenientemente olvidan que los derechos humanos fueron concebidos para ser promovidos, impulsados, cumplidos y respetados por el Estado, con el fin de, como explicó Norbert Lechner, “desarmar o amortiguar los efectos nocivos del proceso económ

Respecto a lo primero, aunque hay toda una teoría que se opone a criminalizar a los pobres, por lo visto no es tomada en cuenta por el gobierno de la 4T. Esto no solo es evidente en el discurso presidencial sino que hace algunos días la Secretaría de Bienestar presentó su programa sectorial 2020-2024 asegurando que “los programas sociales llevarán a cero crimen organizado en 2050”.

En México, Santiago Levy creó el programa de transferencia directa de efectivo a las familias pobres, el cual, según Esther Duflo y Abhijit Banerjee, premio Nobel de Economía el año pasado por sus estudios sobre la pobreza, “se corrió como un fuego por el resto de América Latina y del mundo” y se convirtió en una política adoptada por agencias internacionales.