Es evidente que se debe reformar la actividad del Poder Judicial, pero sin someter a esta institución que resguarda la constitucionalidad y al “estado de derecho”.

El problema de la extorsión seguirá creciendo. Este debiese ser el primer reto que asuma el próximo secretario de Economía, Marcelo Ebrard, si quiere impulsar el crecimiento de nuestro país.

Someter a votación popular la selección de ministros de la SCJN, magistrados y jueces, es una bomba de tiempo de proporciones mayúsculas. Mas allá de argumentos y buenas intenciones, el daño puede ser descomunal.

Un México agraviado votó guiado por sus sentimientos. Ignorado y marginado del desarrollo, votó impulsivamente sin conocer el modelo de país por el que estaba votando.

En un país en que el miedo se huele, es muy probable que hoy quien es encuestado oculte su verdadera intención del voto para evitar riesgos.

Hay que alertar al electorado respecto a la posible expropiación de los inmuebles de todas las familias mexicanas, que se convertirían únicamente en una concesión que el gobierno otorgaría a los ciudadanos.

De nada sirven las denuncias si quien debe ejecutar el mandato judicial lo ignora. Si el combate a la corrupción fuese real, hoy tendríamos las cárceles llenas de funcionarios corruptos.

Este gobierno que se cree innovador está repitiendo la misma historia que emprendieron hace más de 50 años gobiernos como los de Luis Echeverría y José López Portillo.

Es necesario que la ciudadanía reconozca que el Poder Judicial es confiable y es la más importante garantía de justicia. Sólo así se logrará preservar su independencia.