Cada una de las imágenes que eligió para ilustrar el ensayo que escribió para la revista en cuestión la fotografié bajo su guía y dirección.
“Porfirio es mi cuate y lo estimo bien, fue mi compañero de banca en el Instituto México en quinto año de primaria (...)”
Historias del sofá y el espejo (IX y último). El grafógrafo escribe que escribe…
Salvador se sentaba en el balcón de la proa, frente al parque, para tomar el sol con su cuaderno y pluma fuente a mano
Con una puerta juntamos los dos departamentos y nuestra casa se convirtió en una especie de barco taller, yo me quedé en la proa y Salvador en la popa.
Paulina Lavista ha recordado recientemente en EL UNIVERSAL que Elizondo empezó a impartir clases en la UNAM, en la Escuela de Cursos Temporales (antes Escuela de Verano) en 1968
(El sofá) tuvo un uso diferente al convertir-se en el escenario de un trabajo fotográfico para el que me contrató Jimmy Fortson, director de la revista ÉL.
Sueños de Navidad. Tal vez en eso reside la verdadera naturaleza del “neutle”: Provo-ca sueños durante el dormir
Lucinda fue una gran pintora, a mi juicio, con una técnica muy fina y depurada en su pintura, además de una exitosa retratista al óleode personajes de la cultura.
Los convocamos a una pequeña tertulia a la que más tarde se agregaron el poeta Eduardo Lizalde y su esposa
Salvador y Carlos eran amigos desde la infanciay se alegró que lo designaran embajador. El padre de Carlos y el de Salvador habían sido diplomáticos