Sus fotos dan cuenta de su gran sensibilidad y buen gusto para capturar el ambiente de los lugares que visita y que hoy son testimonio invaluable de un México que se nos fue
Me contaba que su padre en su juventud fue un aven-turero que trabajó de lava-platos y office-boy en Nueva York, que se fue en un barco
Se sabía que mi suegro era un hombre de carácter fuerte, decidido y de principios, capaz de meter a la cárcel a su propio hermano
Contaban con foros, cámaras cinematográficas de última generación, equipos de iluminación, laboratorio para el revelado, salas de grabación para la música...
Los asistentes al salón de música del maestro Raúl Lavista llegábamos al éxtasis de los sentidos inmersos en esa gran música que se oía a todo volumen como si estuviera uno dentro de la orquesta misma
A 15 años de la muerte del escritor, su viuda, la fotógrafa Paulina Lavista, habla de los objetos imaginarios que él trazó y que Javier García-Galiano reúne en un libro, de ediciones que quiere publicar y del archivo del autor de Farabeuf
Su conversación era muy ágil y culta, hablaba muy rápido con un gran sentido del humor que contagiaba a sus amigos con los que reía a carcajadas
Se oía mucho la estación donde daban la hora y, entre minuto y minuto, recuerdo la verborrea de los anuncios…
Destinos curiosos: Raúl Lavista, “The Caprino Sisters” y Fernando Valenzuela (XVIII)
Sus nombres eran Rita, Florie, Mina y Rose. Se vestían con moños, rizos y vestidos vaporosos; eran, según mi papá, “deliciosamente cursis...”