He tratado de que César Dávila Andrade sea leído en México. Poco he conseguido. Iré a buscar sus huellas a Cuenca, la ciudad ecuatoriana que lo vio nacer

La tierra parece a punto de abrirse y los edificios cercanos se tambaleaban ominosamente. Uno, en especial, me produjo una impresión fortísima: el de la esquina de Colima y Córdoba...

Dudo que el señor que manda en los Estados Unidos se haya asomado alguna vez a la librería Strand, en la esquina de la calle 12 y Broadway, por ejemplo. Si alguna vez fue allí, sería para ver si se vendía su libro sobre cómo hacer negocios