Cruz Quemada.— A unos cuantos metros de unas cruces de más de cinco de alto, se levanta la casa de Cristina González Hernández, de 56 años, viuda desde hace seis, quien con su hija y tres nietas, sobreviven con 865 pesos mensuales, que suman con la venta de textiles y el apoyo que reciben del gobierno.

Desde niña, Edali aprendió a cuidar el agua. Cuando creció, estudió diseño en la UNAM y creó una lavadora que no necesita detergente. Ahora trabaja llevando agua potable a niños indígenas de Chiapas