El político sólo se representa a sí mismo. Ha dejado de reconocerse como representante y por ello la cleptocracia ha sustituido, en buena medida, a la democracia

En su juventud, Proust justificaba “socráticamente” la homosexualidad como forma de altivez espiritual e intelectual frente a la vulgaridad del biológico y cívico procrear o de la prostitución femenina