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Llevo mas de 12 años teniendo trabajo todos los días. He visto más de 10 mil pacientes y he dado más de 16 mil consultas y todos, absolutamente todos quieren lo mismo: perder peso. Eso no me sorprende, para ser honesta, yo también siempre quiero perder peso.
¿Qué es lo que me mortifica? Los caminos, las opciones que deciden tomar para lograrlo. De ahí que las modas me pongan tan de mal humor. Me frustren.
Hable con quien hable, todos quieren además, que sea fácil y de inmediato. Nadie piensa en modificar hábitos, en estar sano o mínimo aprender a comer.
Quienes me conocen saben que mi aproximación a la nutrición es diferente, tengo una manera de ser un tanto peculiar. Lo digo en consulta, lo digo en mi vida y lo pienso de verdad: la vida no se trata de estar a dieta y yo, en mi consultorio, no hago magia.
Yo busco enseñarles a comer, a que identifiquen qué les hace sentir bien y qué les hace que se sientan mal. Paso todos los días leyendo, estudiando, analizando qué es lo mejor para su salud y quizá, como efecto secundario, pierdan peso si es que les sobra.
A veces me va bien, a veces no me va bien. A veces logro que mis pacientes entiendan mi filosofía de trabajo y se sumen a ella y muchas, muchísimas no.
He perdido en el camino a tantos que en un inicio me pareció que podrían sentirse interesados en una manera diferente de ver la alimentación y en que la vida no es limitar los alimentos sino aprender a consumirlos en la cantidad correcta. He dejado de ver a muchos a quienes dediqué todo el tiempo que consideré necesario con el sueño de impactar en su salud y sus patrones de alimentación, que a veces me cuestiono si estoy en el camino correcto, si estoy haciendo algo importante.
He soñado con cambiar vidas y me he topado con pared al darme cuenta de que la gente no quiere cambiar su vida, sólo su cuerpo.
Es ahí donde entran las dietas de moda, a keto, los ayunos y jugos, las pastillas para perder peso, las cirugías y a todo lo nuevo que vaya saliendo o que se les vaya ocurriendo. Es ahí donde me frustro de no poder hacer nada y de sentir que lo que hago no tiene sentido ni futuro.
Tratar de trabajar basada en ciencia, hacer dietas seguras y confiables para que después, de todas maneras, los pacientes se desesperen y busquen otros planes donde les den pura proteína, medicamentos, acupuntura, cero carbos y pierdan miles de kilos (aunque no sean de grasa) con tal de ver resultados pronto.
No se si haya mucho que hacer, cada día pierdo más la fe en que lo que hago tiene razón y sentido. Los pacientes que sigo viendo son motor para continuar mi trabajo. Pero cada día me cuestiono.
Tengo la fortuna de amar tanto lo que hago que sigo y sigo. He conocido gente fantástica en la que creo que he impactado y sólo por ellos leo, estudio y no quito el dedo del renglón.
Sigo defendiendo la ciencia y combatiendo las modas. Sigo apegada a lo que se ha comprobado que hace bien. Sigo y seguiré manteniendo mis dudas sobre las modas y me tomaré el tiempo que sea necesario para explicar a mis pacientes por qué sí o por qué no deben hacer tal o cual cosa.
Seguiré siendo yo hasta el último de mis días, con mi loca manera de ser y mi peculiar manera de ver la nutrición y los estilos de vida saludables.