En el primer foro para la pacificación convocado por el equipo del presidente electo, se hicieron patentes las dificultades que existen en la sociedad mexicana para ponerse de acuerdo en los pasos que se deben dar a fin de lograr el objetivo.
La primera es con las víctimas y sus familiares. Mientras López Obrador propone perdón sin olvido, ellos no quieren ni oír hablar de perdón y quieren lo que llaman justicia que son castigos duros para quienes maltrataron, secuestraron, desaparecieron o asesinaron a sus seres queridos.
No son los únicos que piensan de ese modo. Hay muchos ciudadanos que quieren lo mismo. Por ejemplo, en los comentarios a mi articulo del pasado 17 de julio aquí en EL UNIVERSAL, un lector dice que hay que “eliminarlos a todos” (supongo que se refiere a los delincuentes, aunque no lo aclara) y otro va más lejos y dice que hay que aventar la bomba atómica y hacer borrón y cuenta nueva, para que surjan otros ciudadanos porque estos que habemos hoy ya no tenemos remedio. El 29 de julio un lector me escribió: “Yo sí quiero venganza, yo sí quiero sangre. Quiero justicia”. De modo pues que muchos ciudadanos proponen resolver los problemas del país con castigo, con venganza, con violencia.
Otros, en cambio, proponen negociar. Loretta Ortiz, que forma parte del equipo para el proceso de pacificación, ha dicho que como parte del plan se va “a mediar con bandas”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Significa que saben dónde están las bandas y quiénes son sus cabecillas? ¿Y que prefieren hablar con ellos que castigarlos como piden los ciudadanos agraviados? La respuesta no es clara, pues advierte que solo se trabajará con quienes no han cometido actos violentos y con quienes se comprometan a regresar a la legalidad.
También se ha dicho que se dialogará con internos en las cárceles, supongo que para entender lo que los llevó a delinquir y ver si eso se puede remediar. Pero hay quien no está de acuerdo. Un lector le escribe a un diario de Michoacán: “¿Diálogo con internos de un penal federal como parte del proceso de consultas para la pacificación del país?¿60 sicarios en un proceso de diálogo? ¿Qué les pasa?, no son las FARC, no es el EZLN, son una bola de asesinos, torturadores y pozoleros!!! ¿Qué les pasa?”.
Hay quien afirma que el punto de partida debe ser el regreso del Ejército a los cuarteles, en oposición absoluta a la estrategia calderonista que lo puso a pelear con los delincuentes. Sin embargo, ciudadanos de regiones muy violentas (como Tamaulipas) piden no solamente que no se vayan los soldados sino que les manden más.
Hay casos (como Michoacán y Guerrero) donde se han organizado grupos de autodefensa, algo que muchos ciudadanos no consideramos adecuado, pues se ha visto que no solo pelean con los delincuentes, sino entre sí y con los soldados, y que sus métodos muchas veces son también violentos.
Hay quienes creen que los altos funcionarios pueden resolver los problemas. En el foro en Ciudad Juárez se dejaron oír fuertes acusaciones contra el gobernador de Chihuahua que nunca les ha hecho caso a las víctimas ni ha resuelto ningún caso (como encontrar con vida a las víctimas). Y hay quienes por el contrario no quieren que participe ningún funcionario y acusaron a varios de los participantes porque en su momento validaron la estrategia calderonista.
En resumidas cuentas, lo que se vio en estos primeros foros es que distintos grupos tienen diferentes diagnósticos y en consecuencia distintas propuestas, muchas de ellas incompatibles entre sí. Y que va a ser muy difícil ponerse de acuerdo sobre qué hacer.
Y para colmo, no lo olvidemos, están los victimarios, los malos de la película, que no asisten a los foros y tampoco se plantean que hay que pacificar al país. Ellos seguirán con sus métodos brutales para conseguir lo que les interesa, digan lo que digan el gobierno y los ciudadanos.
Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com