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Sus cascos, sus barbas y sobretodo su tambor seguido de un ¡Huh! con un aplauso son una de las celebraciones más poderosas e identificables en los estadios: el aplauso vikingo .
Ese que nos sorprendió a todos tras su victoria sobre Inglaterra en los octavos de la Euro de Francia hace dos años es, en verdad, un canto de guerra. No sólo porque es la forma en la que se identifican los islandeses, sino porque de origen nos recuerda los gritos tribales de guerra, particularmente el Haka Maori del equipo neozelandés de rugby.
Ya durante su debut mundialista ante Argentina , los vikingos hacían retumbar las paredes del estadio Spartak en Moscú . Aunque no, no todos eran islandeses pero sí, muchos apoyaban al combinado nórdico.
Al derrotar a Kosovo en octubre del año pasado, Islandia aseguró su lugar en Rusia y con ello, la llegada de su barra de animación oficial: Tòlfan, que literalmente se traduce del islandés como “doce”. Pero ellos son más que eso.
En un país de 338 mil personas es difícil no conocerse entre sí. Más complicado no involucrarse en la emoción mundialista. Es la primera vez que Islandia acude a la máxima justa del futbol y se convierte en el país más pequeño en participar.
El corazón del Tòlfan son unas 60 personas, algunos incluso son muy cercanos a los jugadores. Comenzaron a escribirse en Facebook y Snapchat allá en 2007.
Actualmente se reúnen en Rejkjavík , la capital islandesa, para organizarse, visitan un bar antes de los juegos en su patria con el seleccionador nacional, Heimir Hallgrímsson.
Rurik Gisslason y Birkir Olafsson previo al juego con Nigeria. (Cortesía Birkir Olafsson)
La confianza es tal que les revela el once inicial un día antes, les dice cómo planea algunas técnicas. Se retroalimentan. Los islandeses salen de ahí guardando el secreto del plan del combinado vikingo.
Porque si algo hacen los islandeses es seguir las reglas. Los integrantes del Tòlfan siguen todas las solicitudes de los países a los acuden, no permiten ofensas ni cantos racistas, cuando notan un insulto hacia los jugadores –rivales o islandeses- aíslan a los perpetradores hasta que cesan su conducta.
Tampoco verás a un islandés quemando cosas o participando en un disturbio tras el juego. Si tienes un seguidor muy ebrio, lo peor que puede pasar es que se duerma y se pierda el juego.
Están hechos de otra pasta, porque ningún técnico revelaría su juego a la barra de aficionados de su país, menos financiaría –con ayuda de la Federación Islandesa de Futbol y las autoridades- el viaje de 10 aficionados, debidamente acreditados, para ingresar con los tambores oficiales y las banderas a los estadios durante los juegos de esta Copa.
Pero vamos, es la pequeña Islandia, donde su técnico en jefe bien puede sacarte una muela al terminar el Mundial porque allá en la septentrional isla, trabaja como dentista la mayor parte del tiempo.
Cortesía Francisco Jiménez
Una muestra de ese respeto y empatía nos la dieron el pasado 17, un día después de jugar con Argentina, los islandeses se preparaban para enfrentar a Nigeria y aprovecharon para mandarle un mensaje positivo a Carl Ikeme, el portero nigeriano que tuvo que abandonar el sueño mundialista cuando le fue detectada leucemia el año pasado.
Inspired by Iceland
Así que Islandia lo sabía: eran una nación pequeña, pero no un equipo chico. Así que el gobierno islandés promovió la iniciativa #TeamIceland , o haz equipo con Islandia. Mediante el hashtag y con el uso de las redes oficiales de turismo del país –Inspired by Iceland-, el primer ministro y su esposa llamaron a los países que no acudirían a Rusia a sumarse al apoyo vikingo.
La campaña incluyó el trabajo de comediantes islandeses en cápsulas personalizadas para diferentes países como Italia o Canadá. Se divulgaron en redes sociales. Si esa razón no parecía suficiente, incluso hubo un sorteo de un viaje para ver el juego ante Argentina en Rejkjavík.
La iniciativa logró el registro de 51,897 personas de 194 países.
Birkir Bjarnarsson y Ericka. (Cortesía Ericka Wood)
Todo el que vista de azul y apoye durante el juego es un “tòlfa”
Cualquiera que se va al juego usando el azul y apoya al equipo es un “tòlfa”. Nosotros pensamos que si va al estadio no sólo a ver el juego, sino a apoyar es un Tòlfa, asegura Birkir Olafsson, uno de los integrantes oficiales del Tòlfan y que además es uno de los referentes de FIFA en Twitter para seguir las actividades del grupo de animación.
Con su barba roja y tupida y un casco dorado con cuernos comanda el bravo aplauso vikingo en algunos de sus juegos. “La gente piensa que el aplauso es lo más importante pero el silencio en el inter es también muy importante. Construye la tensión hasta el siguiente aplauso, es como un volcán a punto de hacer erupción.”
(Francisco Jiménez)
Recuerda que en el juego en Volvograd, la mayoría en las tribunas eran rusos apoyando a Islandia. Afirma que el apoyo de personas de otras nacionalidades los llena de alegría. “Estoy feliz de contar con todos ellos.”
Olafsson vive cerca de Rejkjavík y es un agente de ventas de Coca Cola-Islandia, aunque él nació en un pequeño poblado de sólo 70 habitantes al norte de la isla, Bakkafjörður.
Para él, el viaje mundialista de Islandia comenzó desde las eliminatorias, cuando derramó unas lágrimas en el estadio de Rejkjiavík en el momento que los vikingos aseguraron su pase al vencer a Kosovo.
Aunque sabe que están en una posición difícil ante Croacia, confía que sus vikingos podrán lograr el pase a octavos.
Ericka y Francisco son dos chilenos que hacen de enlace en español con la Tólfan, que suele sólo escribir en inglés o islandés. Lo hacen mediante la cuenta en Twitter AdoptaIslandia @a_adopta.
Ella lleva 11 años viviendo en Inglaterra y siempre ha sido fan de Birkir Bjarnarsson. Cuando el islandés llegó al Aston Villa, a sólo una hora de su casa, no dudó en ir a apoyarlo. “La esposa de Birkir” le llaman los Villans, la barra oficial.
“Jugaba muy mal pero yo lo defendía, por eso me dieron ese apodo.”
Francisco sigue en Chile, a él, la pasión le llegó con el jugador islandés más famoso Eidur Gudjohnsen, que jugó en el Barcelona. Es un bielsista de corazón y ha seguido de cerca el crecimiento del proyecto islandés. A su pasión se ha sumado su familia, que conforma la Tólfan desde la región más austral del continente americano.
Su cuenta trabaja casi 24 horas, él desde su casa en Coquimbo, ella desde Chesterfield.
Ericka seguirá apoyando a Islandia porque juegan como un equipo. “No hay estrellas. Son amigos, son hermanos, son compañeros. Porque no se dan por vencidos. Porque han demostrado que a pesar de que vienen de un país ‘chico’, el corazón y la garra es enorme”.
Los tres esperan que los vikingos no sólo logren los octavos, sino que hagan de su debut mundialista un viaje de ensueño como el que vivieron hace dos años en la Eurocopa en Francia.
Aunque para ello, hoy deben comenzar con derrotar a Croacia.