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abraham.guerrero@clabsa.com.mx
El estratega inicia la jornada con el ritual de colocar parte de los instrumentos que utilizarán en la práctica. Hasta ahí, todo normal, hasta que llegan Guillermo Cantú, Dennis te Kloese, Gerardo Torrado, a quienes además se les acerca Imanol Ibarrondo. Entonces, el colombiano descarga todo lo que traía dentro.
Y empieza el espectáculo.
Se trata de una charla aparentemente de futbol, en la que el entrenador tricolor expone sus inquietudes después del análisis de la derrota ante los escandinavos. Cantú es de los más atentos y participa en el debate, mientras Te Kloese y Torrado se limitan a escuchar.
Pese a lo lejos, el lenguaje corporal del entrenador revela que hubo movimientos y acciones que algunos de los futbolistas no realizaron de la manera en que se les solicita o como se esperaba. El secretario general de la FMF participa y también señala hacia la cancha.
Llega el momento, quizá en la desesperación por darse a entender, que Osorio coloca a Torrado en cierta posición para terminar de explicar algunos de sus puntos.
A la conversación se une Ibarrondo. Y entonces, lo del colombiano sube de tono. Los manotazos se incrementan… Osorio grita, se desespera. El español le dice algo y el entrenador explota… no la ha pasado bien en Ekaterimburgo y jugar los octavos de final contra Brasil pone de nervios a cualquiera.
La molestia del director técnico tricolor tiene que ver con situaciones específicas del partido ante Suecia. Las estadísticas después del duelo revelan más de por qué los manoteos del estratega colombiano.
Sobre todo en las que revelan que en las jugadas disputadas ninguno de los diez titulares de campo logró superar 80% y en cuanto a pérdidas de balón, se incrementaron las cifras, sobre todo en el medio campo, en donde Héctor Herrera perdió nueve balones. Si a eso le suman que en todo el par tido sólo tuvieron tres disparos a portería y ninguno del centro delantero, Javier Hernández.
Osorio no la ha pasado nada bien en Ekaterimburgo y el día después de esa derrota ha intentado encontrar explicaciones a lo sucedido, o al menos, desahogar su frustración.