En 2010, Patricia, de entonces 30 años, esperaba a su segundo hijo. Pero el día del parto marcó el inicio de su calvario. En un par de horas pasó de ser una madre entusiasmada a una paciente con hemorragias y un mal panorama. Todo a causa de una denigrante atención. Un mal diagnóstico que le cambió la vida. De 2010 a 2016 se resolvieron en promedio, cada año, mil 798 quejas ante la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed). Un total de 12 mil 586 casos en ese periodo. Pero se calcula que estas cifras están muy lejos de la realidad.
“El 80% de las negligencias no se denuncian. La gente no cree en las instituciones y muchos se niegan a perder el tiempo en una demanda de este tipo”, asegura Fernando Avilez Tostado, presidente de la fundación No Más Negligencias Médicas AC.
Aunque de 2015 a 2016 se registró una disminución en el número de quejas, al pasar de 2 mil 021 a mil 972, esto no quiere decir que los servicios están mejorando. “No existen los elementos suficientes para decir que la baja en las quejas que llegan a la comisión simboliza una mejoría en la calidad de los servicios, porque es probable que ahora la gente se esté yendo a quejar a otras instancias”, explica el doctor Miguel Ángel Lezana, director general de Difusión e Investigación de la Conamed.
Hay otro fenómeno: pareciera que en los últimos años las instituciones dejaron de estar dispuestas a conciliar. De las casi 2 mil quejas que se presentaron en 2016, en la mitad no se llegó a un acuerdo. En 2014 fue cuando está tendencia comenzó a subir. El día que Patricia llegó a la Conamed, su expediente se convirtió en uno de los 473 en los que no se llegó a ningún arreglo durante 2010. La razón más frecuente es porque “el médico o el hospital no aceptan los acuerdos de remuneración que les están pidiendo”, admite el doctor Lezana.
Los escenarios para un paciente que pone una queja ante la Conamed son la conciliación con el prestador del servicio; que alguna de las partes no acepte el acuerdo o que el hospital o el médico no estén dispuestos a negociar.
Mal público y privado
La primera vez que Patricia entró en labor de parto lo hizo en el Hospital General de Zona 27, en Tlatelolco, unidad del IMSS.
Las estadísticas muestran que tres cuartas partes de las quejas que llegaron ante la Conamed, es decir 9 mil 471, fueron por eventos ocurridos en alguna institución de salud pública. Siete de cada 10, es decir, 6 mil 870, le corresponden al IMSS. Para los especialistas, estos datos pueden parecer lógicos por ser el mayor prestador de servicios médicos en el país. Pero aun así, son errores inadmisibles, afirma Fernando Avilez Totado.
Los diagnósticos erróneos, una mala relación doctor-paciente, tratamientos quirúrgicos con malos resultados, malos tratos y deficiencias administrativas, no son exclusivos de los servicios de salud pública. Cada año, en promedio, se tiene el reporte de 440 quejas en hospitales privados de México.
El día del nacimiento de su segundo hijo, Patricia llegó a las seis de la mañana al hospital. Logró que la atendieran a las dos de la tarde. “Me dejaron mucho tiempo con los dolores de parto y yo no dilataba. Le decía al doctor que ya no aguantaba, pero no hacía nada. Cuando decidieron hacer una cesárea, se dieron cuenta que el bebé ya venía y no había tiempo. Me dijeron que ellos me ayudarían a que el niño naciera”, relata la madre. Nadie puso atención en que Patricia llevaba una prescripción médica donde se especificaba que un parto natural podía poner en riesgo su vida y la de su bebé.
“Tuvieron muchas horas para preparar la cesárea y no quisieron hacerlo”, asegura. Después de un parto doloroso, Patricia sintió un poco de tranquilidad cuando vio a su pequeño y los médicos le dijeron que todo estaba bien. Pero esa paz desapareció en minutos. Repentinamente comenzó a perder sangre y quedó inconsciente. Los siguientes días estuvieron marcados por crisis respiratorias y falta de control de sus esfínteres. Abandonar el hospital dejó de ser una opción. Lo peor, nadie le daba una explicación de qué era lo que había salido mal.
Una de las cinco especialidades que registran más quejas en la Conamed es el área de ginecología y obstetricia. De 2010 a 2016, se tienen mil 232 casos. “Ninguna mujer embarazada va a un hospital pensando en que su hijo se va a morir o que ella va a sufrir algún daño”, explica Lezana.
Traumatología y ortopedia, urgencias, odontología y cirugía general son los otros servicios en donde se pueden presentar más errores. En estos sectores se presentan un promedio de 200 quejas al año, aclara.
Con diagnóstico de trombosis pulmonar, Patricia fue enviada del hospital de Tlatelolco a La Raza. Ahí la situación cambió. Le explicaron que tenía una infección por un mal tratamiento de un desgarre vaginal de tercer grado. La única solución: quitarle la matriz.
Uno de los principales motivos de las quejas que llegaron a la Conamed fue por malos diagnósticos. De 2010 a 2016, 29 mil mexicanos denunciaron este tipo de negligencias. El trato entre médico-paciente ocupa el segundo lugar con 15 mil 435 quejas. Los malos tratamientos quirúrgicos tienen 15 mil 180 reportes.
Desconfianza en las instituciones
En la vida se necesitan dos personas de confianza: un médico y un contador. Así reza un dicho mexicano. Pero en el país, cumplir esto resulta complicado. Más cuando los datos muestran que los dos tipos de quejas que se incrementaron más de 2010 a 2016 son por tratamientos médicos y por asuntos que se refieren a la relación médico-paciente. En 2010, este tipo de negligencias tenían, en promedio, 530 expedientes abiertos. La última medición muestra que en ambas categorías los registros superan los dos mil casos.
La Conamed es una de las instancias dedicadas a recibir las quejas de los pacientes, pero los procesos burocráticos, que se caracterizan por ser largos, costosos y desgastantes los han llevado a buscar asesoría de sociedades civiles. “Los afectados pierden la vida en el intento de recibir una compensación a causa de una negligencia médica”, asegura Avilez Tostado.
Mientras Patricia seguía en el hospital, su esposo buscó asesoría para iniciar una demanda. “Fui a la Conamed. Ahí me ofrecían 70 mil pesos por los daños ocasionados, pero eso no cubría ni la mitad de los gastos que habíamos tenido hasta ese momento”, cuenta. Es común que los afectados lleguen a despachos de abogados después de haber tocado varias puertas. “La gente sí va a la Conamed, pero es porque no saben que ese órgano no puede obligar a las partes a nada”, explica Carlos Figuera, especialista en negligencia médica y titular de la firma de abogados Lex & Co.
El caso de Patricia, en menos de un año, tuvo gastos exorbitantes y recuerda que el trato de los médicos fue denigrante. La atención hospitalaria fue nula. Estos fueron algunos de los argumentos que tuvieron que comprobar durante los siguientes cinco años. Durante el juicio se tiene que demostrar que “fueron negligentes, descuidados, que no se previó lo previsible y que existieron consecuencias graves” explica Figueroa. El proceso no es fácil y mucho menos corto.
Hace un año, el IMSS aceptó pagar por los gastos morales. “Aún falta que cubran el costo de los daños físicos, los cuales ascienden a más de 700 mil pesos".
Patricia peleó por una indemnización económica. Pero el daño que le provocó no estar en condiciones para cuidar a su hijo recién nacido, entrar siete veces a quirófano, usar pañales por tres meses por la falta de control de sus esfínteres y las infecciones recurrentes que presenta son irreparables. “Es un tema relevante. Al final todos somos pacientes, todos hemos sido pacientes y todos seremos pacientes algún día”, asegura Fernando Avilez.