Hace unos años Fernando Noroña descubrió que el plástico no era tan malo, pues a través de este material podría ofrecer trabajo a quien más lo necesitara. Con esa convicción se creó Deltarec , una empresa recicladora que da empleo formal a pepenadores de Nuevo León .
“En 2011 descubrimos que existía un modelo donde tú recolectabas plástico, lo trabajabas y lo vendías en México o al extranjero. Sin embargo, un año después de eso nos dimos cuenta de que nuestra iniciativa necesitaba un enfoque social porque no estaba funcionando muy bien”, explica Fernando.
Desde ese momento, Deltarec fue creciendo poco a poco. Ahora no sólo es una empresa que piensa en reciclar plástico para venderlo al extranjero, sino que convence a pepenadores de entregar su material a cambio de un pago realizado a través de una tarjeta de débito .
“Entendimos que casi el 90 por ciento del reciclaje en México comienza con un pepenador, ya sea de cartón, de aluminio o de plástico. Hasta el momento trabajamos con alrededor de 800 pepenadores en varios municipios de Nuevo León”, asegura Fernando.
La forma de trabajar con recolectores de plástico es a través de los 22 centros de acopio que Deltarec creó. En esos lugares, consideran los miembros de la empresa, se recuperan alrededor de 200 toneladas de plástico al mes, material que posteriormente es vendido a otras compañías para su reutilización.
Asimismo, también son recuperadas otras 200 toneladas de material en rellenos sanitarios para posteriormente ser reciclados y vendidos en México o Estados Unidos . “La cantidad que recolectamos disminuye hasta en un 30 por ciento la cantidad de desecho plástico de los rellenos donde trabajamos”, agrega Fernando.
Una experiencia clave para la creación de Deltarec, relata el joven, fue el periodo en el cual vivió en Escocia: “Allí debes tirar tus botellas de plástico, cartones, vidrio y lo orgánico en contenedores de un parque. Todo está muy limpio”.
Inspirado en esa vivencia, el joven volvió a México para poner en marcha su propia empresa, sin embargo no le fue sencillo conseguir los recursos: “Necesitábamos dinero para hacer Deltarec realidad. Fuimos a los bancos, a las casas de bolsa, con amigos y nadie nos prestaba dinero. Conocimos a nuestros inversionistas en un evento privado”.
Una vez conseguido el dinero, Fernando y su equipo incursionaron en uno de los temas más polémicos de México y el mundo: el uso de PET.
Como contexto, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) aseguró en 2015 que el 11 por ciento de las 53 millones de toneladas de basura producidas en el país era plástico.
Sin embargo, el joven neoleonés argumenta que el plástico no es malo: “Lo que está mal es no reciclar ese material; el plástico se puede transformar en una camisa, en una mesa o una casa, es cien por ciento reciclable. Obviamente si se deja a la intemperie causa un daño malísimo al medio ambiente, pero la clave es reciclar”.
Al contrario de las críticas al material con el que trabaja, Fernando ve el plástico como “una fuente de ingresos para quienes día a día salen a sus colonias de bajos recursos a recuperar basura para tener recursos económicos”.
Información similar proporciona la ECOCE, una asociación creada por empresas alimenticias que asegura que el reciclaje “mejora las condiciones y oportunidades de trabajo de los sectores o gremios de los pepenadores incluso para su formalización”.
En este sentido, Fernando explica que uno de los mayores retos de trabajar con recolectores de plástico fue entender cómo acercarse a ellos: “Lo hicimos a través de un modelo que se resume en ‘de pepenador a microempresario’, es decir, que la compra de plástico se vuelva un micronegocio”.
Gracias a esta iniciativa, Deltarec fue reconocida con el segundo lugar en el Premio Citibanamex a la empresa de Mayor Impacto Social 2018, además de posicionarse como una de las mejores 80 iniciativas ambientales en el Cleantech Challenge, concurso que evalúa el desarrollo de tecnologías y programas sociales amigables con el medio ambiente.
Tras estos logros, Fernando aclara que el objetivo de Deltarec es “seguir creciendo en Nuevo León. Sabemos que hay plástico desperdiciado en todo el país, pero por ahora creemos que es mejor hacer bien las cosas en nuestro estado y después pensar en trabajar a nivel nacional”.
Los miembros de Deltarec explican que el ingreso de cada pepenador depende de cuánto plástico le entreguen a la empresa. Fernando Noroña comenta que “la persona que más gana al mes obtiene unos 15 mil pesos, pero eso es porque nos entrega una tonelada y media de material. Los otros sueldos más bajos están entre los cuatro y cinco mil pesos y son de gente que no le entra tanto al negocio”.
En total, según estimaciones de la compañía, la mitad del dinero utilizado en el proceso de reciclado se ocupa para pagar el sueldo de los pepenadores.
Uno de los requisitos esenciales para trabajar con Deltarec es abrir una cuenta bancaria donde sean depositados los pagos. “El objetivo de no entregar dinero en efectivo es que los trabajadores puedan comprobar sus ingresos cuando necesiten sacar un préstamo, un crédito o comprar un automóvil”, dice Fernando, aunque detalla que este modo de pago también implica que los pepenadores paguen sus impuestos.
“Por ejemplo, si yo pago cinco pesos a un recolector de plástico por su material, esto genera otros 25 centavos que sirven para pagar su impuesto sobre la renta (ISR). Deltarec se hace cargo de ese pago, pero al final es dinero generado por el propio pepenador”, explica el joven.
De esta forma, Deltarec no sólo intenta contribuir a la protección del medio ambiente sacando basura de las calles, sino que luchan contra la informalidad. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, hasta el día de hoy son más de 30 millones de mexicanos quienes tienen un empleo con el que podrían estar evadiendo impuestos.
Además, cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público indican que en 2017 se recaudaron 2 billones de pesos a través del pago de impuestos, sin embargo este año la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) colocó a México como uno de los países de América Latina y el Caribe que menos dinero obtiene por esa vía.
El estudio Estadísticas tributarias en América Latina y el Caribe 2018 pone a México por debajo de países como Argentina, Uruguay y Bolivia en cuanto al cobro de impuestos.
“Es nuestra obligación pagar nuestros impuestos. No se trata únicamente de extender la mano y pedir, también hay que saber hacer las cosas bien y parte de eso es pagar para que después ese dinero pueda utilizarse en programas sociales y cosas benéficas para todos”, dice Fernando.
Uno de los retos para Deltarec fue convencer a los pepenadores de abrir cuentas bancarias para recibir su dinero y así facilitar el pago de impuestos. Para esa tarea sirvió la participación de Mariana Armendariz, directora operativa y comercial de la compañía.
“Yo no tengo problema en ir al relleno sanitario a platicar con las personas, eso es algo que le cuesta a muchos y no saben cómo hacerlo”, dice la joven.
Ella se ha desempeñado en diversas organizaciones sociales que capacitan en oficios a gente en situación vulnerable, temas de educación y la creación de orquestas. Toda esa experiencia, considera Mariana, le ha ayudado a sensibilizarse con las personas.
Su trabajo es salir a la calle y convencer a los pepenadores de vender todo su plástico a Deltarec: “Algo que nos ha funcionado mucho es salir a la calle y ver a todos por igual. Tratar a la gente con educación. Hay que tener empatía y sensibilidad social, hacer entender que reconoces a las personas y las tratas por igual, que se va a hacer un negocio para beneficio mutuo”.
A pesar de que no hay una cifra exacta de cuántos pepenadores hay en México, los miembros de la compañía calculan que hay alrededor de 2.5 millones y el 90 por ciento trabaja de manera informal, sin pagar impuestos y sin recibir su seguro social como quienes laboran con Deltarec.
Mariana también comparte que otra de las tareas de la compañía es aconsejar a los pepenadores cómo gastar el dinero que reciben: “Hemos tenido casos de que algunas personas empiezan a obtener dinero y empiezan a destruir su núcleo familiar. Entonces también procuramos esa parte de enseñarles en qué gastar, cómo gastar, en qué invertir”.
Al final, la joven resume cuál es el éxito de Deltarec y por qué la iniciativa, a siete años de haber iniciado, sigue vigente: “Esto es un negocio, pero también consideramos que las personas son importantes. Por eso se hace la capacitación y el acompañamiento personal, para que poco a poco la gente se identifique la causa, para que ellos nos vean como sus clientes”.