Claudia Juárez se levanta temprano tres días a la semana para ir al embarcadero de Cuemanco, en Xochimilco. Ahí aborda una trajinera rumbo a una pequeña chinampa justo al otro lado del canal. Al llegar a su destino entra a un cuarto sin luz para alimentar y asear a decenas de ajolotes que junto con tres mujeres más se comprometieron a rescatar de la extinción.
Ella forma parte del colectivo ‘Ajolotario Cuemanco’, el cual desde hace cuatro años se dedica a salvar a estos anfibios de depredadores, contaminación y cazadores que amenazan con dar fin a su especie.
“El exterminio de los ajolotes inició en la década de los 80, los chinos introdujeron dos tipos de peces: la carpa y la tilapia para contrarrestar la plaga de lirio, pero no midieron las consecuencias y devoraron al ajolote”, señaló Claudia en entrevista para EL UNIVERSAL.
En la chinampa donde tiene su ajolotario viven alrededor de 90 ejemplares, algunos fueron rescatados de las zonas más contaminadas del lago, otros nacieron en cautiverio y también hay unos cuantos que llegaron como donaciones de personas que los compraron en mercados o acuarios.
“Hay gente que nos escribe en redes sociales para traernos ajolotes que compran con la idea de salvarlos, nosotros no nos negamos, pero les explicamos que es mejor denunciar la venta ilegal a las autoridades porque al pagar por ellos se vuelve un negocio rentable para los comerciantes”. comenta la joven.
Claudia dice que a veces los animales donados resultan ser salamandras, debido a que tienen un gran parecido con los ajolotes en su etapa más temprana y los cazadores los venden como tales, una estafa muy recurrente.
Por ello en este colectivo se enfocan en preservar la especie nativa de Xochimilco, de color negro y textura viscosa, que es poco conocida, ya que la imagen del ajolote albino, de color rosado, tiene más auge en la cultura popular.
Cuatro contra la extinción
Nancy López, Nayeli Cortés
y las hermanas Martha y Claudia Juárez integran el colectivo ‘Ajolotario Cuemanco’ , las cuatro son de Xochimilco y amigas desde hace varios años.
Cada una tiene su vida y profesión aparte de su labor en este grupo. Por ejemplo, Nayeli se dedica a la música y el arte, fue la actriz principal en la tradicional representación de ‘La Leyenda de la Llorona’ y actualmente promociona un nuevo disco.
Precisamente fue ella quien comenzó con esta idea junto con Alejandro Capultitla , propietario de la chinampa donde resguardan a sus ejemplares.
Para la actriz y cantante preservar la especie es rescatar la cultura de esta zona: “Yo no puedo entender a un Xochimilco sin su ajolote, sin sus chinampas, sin su Niñopa, sin su Flor más Bella del Ejido o sin sus más de 400 fiestas, todo está ligado con su identidad, queremos dar a conocerlo a las nuevas generaciones para que sumen a este esfuerzo”.
El primer reto fue acondicionar el terreno. Limpiaron la maleza, removieron la basura e instalaron baños ecológicos para los visitantes, colocaron un techo y una pequeña tienda de artesanías.
Al tener la chinampa lista pasaron a la parte más difícil: aprender a cuidar a estos animales. Nadie en el grupo tenía conocimiento del tema y por ello Claudia se capacitó en el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuicolas de Cuemanco (CIBAC) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Una vez que terminó su preparación construyeron un cuarto de madera con techo de lámina. Ahí colocaron las primeras peceras con cinco ajolotes.
Día a día el grupo afronta problemas que van desde conseguir agua, falta de recursos, climas adversos, hasta episodios de machismo y discriminación de comerciantes y lancheros con los que conviven en los canales de Cuemanco:
“Xochimilco sigue siendo un pueblo machista, la mayoría de los dueños chinamperos son hombres, cuando llegamos aquí y hasta la fecha nos ven mal, incluso han entrado aquí a robarnos y tenemos miedo de que se puedan llevar a los ajolotes”, señala Claudia.
Para cubrir los gastos de transporte de agua, alimento, peceras, medicinas y revisiones con biólogos, organizan excursiones a la chinampa con escuelas y grupos de turistas como parte de un recorrido integral por los canales. También venden artesanías, legumbres y flores que cultivan ahí mismo.
Entre las peores experiencias que pasaron fue la ocasión en que un joven alcoholizado entró al lugar donde guardan a los animales y sacó a uno de su pecera. Al percatarse, le pidieron que lo soltara y lo lavaron inmediatamente, pero el ajolote murió.
Esta es otra razón por la cual es complicado preservar la especie: son criaturas muy delicadas y mueren con facilidad. La piel del ejemplar que aquél sujeto tocó se contaminó y a pesar de la limpieza no se pudo recuperar.
Un dios apunto de desaparecer
“Se dice que hubo una época en que los dioses tenían que sacrificarse, pero Axolotl , uno de ellos, dijo que no lo haría. Para evitar la muerte saltó al lago de Xochimilco y desde entonces sobrevive escondido aquí, en su forma de ajolote”. Esta es la leyenda que Claudia narra a los visitantes al iniciar el recorrido.
Pero el mítico dios encarnado ya no es el habitante más común entre los canales, como lo era hace algunas décadas. El último censo realizado por el equipo de investigación ‘Refugio Chinampa’, conformado por académicos de la UNAM reportó que la población de ajolotes pasó de 6 mil ejemplares por metro cúbico en 1999 a tan sólo 36 a finales de 2014.
En expediciones más recientes, biólogos de la UAM encontraron entre uno y dos de estos animales por metro cúbico en los últimos dos años.
Además de los depredadores y la venta ilegal también deben sobrevivir a las tradiciones de Xochimilco . Datos de la Secretaría del Medio Ambiente señalan que se usan desde la época prehispánica como ingrediente para tamales y para remedios caseros.
Su principal característica es la capacidad de regenerar partes completas de su cuerpo. Propiedad que era relacionada con la inmortalidad, lo que impulsó la creencia de que se trataba de un ser divino en la tradición popular.
A lo largo del mundo se estudia la genética del ajolote y muchos ejemplares salen del país rumbo a laboratorios y universidades de Alemania, Francia, Estados Unidos, España, entre otros.
Un ejercicio del Instituto de Investigación de Patología Molecular en Viena, en conjunto con el Gettysburg College, de Estados Unidos, publicó en 2018 un artículo en donde se detalla la decodificación del genoma de los ajolotes.
Encontraron que su ADN alberga 32 millones de pares de bases, 10 veces más que los humanos, siendo hasta ahora la mayor secuencia de genes identificadas en un ser vivo, y creen que ahí se esconde el secreto de la regeneración de sus células, pero el proceso aún no se comprende.
El futuro está en los criaderos
En los últimos años el ecosistema de la zona lacustre de Xochimilco se ha deteriorado por la basura y contaminación que genera el turismo en trajineras.
“En jornadas de limpieza encontramos vasos, bolsas, botellas, cartones de cerveza, hasta condones. El turismo debe ser consciente y respetar, no sólo se trata de venir de fiesta”, expresa con preocupación Claudia.
El ajolote requiere condiciones muy específicas para sobrevivir
, por ejemplo, necesitan agua fría y espacios oscuros, ya que sus ojos no están adaptados para tolerar grandes cantidades de luz.
“ Hay muchos acuarios que los exhiben en peceras totalmente iluminadas para que las personas puedan tomarles fotos, ese calor los mata y los dueños compran más, algunos ilegales, para sustituirlos inmediatamente”, explica.
Las sanciones por el tráfico ilegal de especies silvestres, de acuerdo al Código Penal Federal, puede ir desde la suspensión del negocio (en caso de establecimientos), multas de 50 mil salarios mínimos y hasta 20 años de cárcel.
La única manera de adquirir un
ajolote para cuidado doméstico es a través de la Semarnat
. Los interesados deben capacitarse y mantener contacto con biólogos para monitoreo, pero en este colectivo hacen hincapié a que no se deben considerar mascotas.
Nayeli Cortés dice que “ Lo que la gente debe tener en cuenta es que se trata de una especie en peligro de extinción , no algo que se pueda tener en casa. Aquí junto con otros ajolotarios de la zona y expertos de la UAM queremos lograr su reproducción en espacios seguros para evitar que desaparezcan”.
En el 'Ajolotario Cuemanco' ya se han reproducido algunos ejemplares: “Una hembra puede poner más de 500 embriones en su vida, de esos sobreviven unos 280, pero sólo como 80 llegan a edad adulta”, explica Claudia.
Consideran que el deterioro del lago hace imposible que el ajolote regrese a su hábitat y por tanto el futuro de la especie está en los criaderos.
Claudia cree que las personas y estos anfibios sí pueden convivir en un mismo ecosistema y compara la naturaleza humana con la de ellos al pensar que “así como los ajolotes, cada día nosotros nos regeneramos, no de manera física, pero sí emocionalmente, ambos podemos superarnos” concluye.