A pesar de los obstáculos de los estereotipos y prejuicios de género, las mujeres hemos avanzado en la participación laboral remunerada pero no lo suficiente en el campo laboral de la tecnología donde están quedando relegadas. El avance de la tecnología y la transformación del mercado laboral influyen en los cambios en las relaciones sociales e interpersonales.

El “internet”, el “software” virtual, la nanotecnología, la inteligencia artificial y la ciberseguridad, forman parte de esta nueva ola de la sociedad de la información y economía del conocimiento que demandan nuevos profesionistas con habilidades indispensables para integrarse a las cadenas globales de valor e innovación de esa industria.

Conocimientos en integración de sistemas, automatización, supervisión y control; gestión de operaciones, análisis de datos, gestión documental o de órdenes de fabricación, ingeniería e impresión 3D, entre otras precisas habilidades, definen los perfiles profesionales de la cuarta revolución industrial, pero sólo el 30% de estudiantes de carreras afines a ingeniería o STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), por sus siglas en inglés, son mujeres (Forbes, 2019).

En nuestro país, 2 de cada 10 profesionistas en áreas de ingeniería son mujeres y en las profesiones relacionadas con tecnología de la Información y la Comunicación y Ciencias de la Computación, sólo el 23.5% y 37.5% respectivamente, son mujeres (UNDP, 2019).

De acuerdo con un estudio de las universidades de Nueva York, Illinois y Princeton (2017), desde los 6 años, las niñas comienzan a asociar la “brillantez” con el sexo masculino y no con su propio sexo, lo cual provoca que rehúyan las actividades que son para “muy inteligentes”. La discriminación aleja a las mujeres de las nuevas áreas profesionales porque los estereotipos y prejuicios limitan sus expectativas.

En los medios de comunicación es evidente la ausencia de referentes femeninos, que destaquen su inteligencia, valentía o fuerza –cualidades asociadas habitualmente con los hombres–, así influyen negativamente en la frágil imagen que las niñas construyen sobre sí mismas y las metas que pueden alcanzar. Por esa razón es importante conocer los ámbitos donde se discrimina a las mujeres y encontrar formas eficientes de combatir esas violentas distorsiones.

En las revoluciones tecnológicas y de conocimientos que precedieron a la actual, las mujeres sólo han ocupado los espacios que los hombres dejan vacantes en las profesiones tradicionales sin analizar lo que significa reducir la brecha de género en el mercado laboral remunerado del futuro. Si continúa esa tendencia, alcanzar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres se alejará más allá de 200 años como se señaló en el Foro Económico Mundial de 2018.

La incorporación de las mujeres, niñas y adolescentes al estudio de las disciplinas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) es una prioridad, inaplazable ya que la pandemia de Covid-19, intensificó y aceleró el uso de las novísimas tecnologías de la información en todos los sectores del mercado laboral remunerado, incluyendo a los más tradicionales.

Las mujeres tienen que preparse para las nuevas circunstancias de la nueva era o corren el peligro de desaprovechar oportunidades a medida que la indetenible innovación automatice procesos que hasta ahora continúan siendo realizados por personas.

Para que las mujeres no pierdan esas valiosas oportunidades, todos debemos evitar estigmas, prejuicios y estereotipos que las alejan de la posibilidad de estudiar carreras STEM, sólo así podremos prevenir que, nuevamente sean las mujeres las que sufran situaciones de pobreza y tengan empleos precarizados.

Magistrada de la Sala Superior y Presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.
Twitter: @z_mosri

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