Dice María Ressa que “para finales de 2024 sabremos si la democracia del mundo vive o muere”. Se puede estar en desacuerdo con la Nobel de la Paz, o bien pensar que exagera. Pero en lo que no puede haber lugar a dudas es que este año hay condiciones atípicas que obligan a poner la mirada en los procesos electorales.
Por vez primera en la historia, 4 mil millones de personas serán llamadas a las urnas. Este año se llevarán a cabo comicios en alrededor de 70 países.
En condiciones normales, el hecho de que esa enorme cantidad de personas ejerza sus derechos ciudadanos en la misma anualidad parecería una oportunidad singular para fortalecer la democracia. Paradójicamente, la enorme concurrencia de calendarios electorales ocurre en tiempos de amenazas y riesgos para los regímenes democráticos, particularmente en su componente electoral.
En efecto, desde hace algunos años los índices internacionales advierten de retrocesos, tanto en democracias consolidas como en regímenes híbridos. Han dejado de ser aislados los casos en que gobernantes electos democráticamente erosionan las instituciones.
El momento ofrece desafíos novedosos. Las redes sociales han adquirido un enorme protagonismo para difundir información política, pero no se han logrado implementar políticas capaces de frenar la desinformación deliberada durante las campañas. En ese contexto, la contundencia con que la inteligencia artificial (IA) impactará los comicios debe ser un asunto de preocupación. En elecciones recientes se han difundido audios sobre eventos inexistentes, dejando a la opinión pública sin la posibilidad de distinguir la verdad de la mentira.
¿En dónde poner los ojos en 2024?
Nueve países de América tendrán elecciones. En Estados Unidos resulta relevante seguir el proceso judicial que sigue el aspirante Trump para alcanzar la candidatura, así como el soporte que eventualmente pueda dar una parte de la población a un político que buscó alterar el resultado de una elección. Seguramente en ese país se pondrán a prueba innovaciones de IA que alterarán el voto informado.
Del lado mexicano debe seguirse el funcionamiento de un sistema único en el mundo, en que INE e institutos locales comparten tramos de responsabilidad. La observación internacional quizás se prolongue después de la jornada para estudiar la manera en que las sentencias del TEPJF resuelvan eventuales conflictos postelectorales.
En Asia destacan tres países. India llevará a cabo la elección nacional más grande de la que haya registro: 900 millones de votantes. Votarán en distintos días. Modi puede ir por un tercer mandato, sólo si gana a la coalición opositora conformada por 28 partidos. Indonesia elegirá 20 mil cargos de elección en sólo un día de jornada.
Sin embargo, es la elección taiwanesa, con apenas 24 millones de votantes la que tiene mayor impacto. Las encuestas anticipan que ganará el partido gobernante, lo que implicaría un mayor grado de tensión con China.
En junio, los países europeos elegirán a sus representantes ante el Parlamento continental. Si siguen triunfando las posturas radicales, los frenos a la migración ocuparán los primeros lugares en las agendas de discusión.
Es posible que también haya comicios en tiempos de guerra. No hay quien dude que Rusia elegirá en elecciones no competitivas a Putin para un tercer mandato consecutivo. Lo que resulta sorprendente es que Ucrania no haya cancelado aún sus comicios previstos para 2024, a pesar de que está prohibido realizarlas durante la vigencia de la Ley marcial y ante la posibilidad de que su enemigo de guerra busque interferir en los resultados.
La celebración de elecciones íntegras ha permitido a la humanidad avanzar hacia estadios más democráticos. Confío en que la prueba del 2024 no afecte ese derecho inalienable de los pueblos a decidir sus propios destinos.
Analista de temas electorales
@yuribeltran