El pasado 15 de noviembre de 2024 se hizo público el Proyecto de Presupuestos de Egresos de la Federación (PPEF) para el año 2025. Este proyecto contiene, en resumen, la política hacendaria, en qué se va a gastar y de dónde va a salir el dinero para ello. La publicación del PPEF es de suma relevancia porque nos dice en dónde y cómo están ordenadas las finanzas del gobierno. Donde está el dinero están las prioridades, dice el economista Carlos Brown. Acercarnos al PPEF no solo nos revela los objetivos económicos, sino también los compromisos políticos y sociales que orientarán la acción pública en el próximo año.
Uno de los datos que más llamaron la atención del proyecto de presupuesto fue el recorte a cultura, que es del 30% en comparación con el año anterior. Desde la creación de la Secretaría de Cultura a finales del año 2015 hasta el año 2024, nunca se había asignado un presupuesto tan bajo. Desde hace al menos dos años, el presupuesto para cultura ha ido en descenso. Esto, por obvias razones, ha encendido alarmas entre los sectores culturales, quienes advierten sobre las consecuencias que tendrá esta reducción en el acceso a bienes y servicios culturales, el mantenimiento de instituciones artísticas, y el apoyo a personas creadoras independientes, afectando no solo al sector, sino también al ejercicio del derecho a la cultura como parte fundamental del desarrollo social. Si donde está el dinero están las prioridades, ¿por qué la cultura, para el inicio de esta nueva administración, no es una prioridad?
Algunos comentaristas intentaron calmar estas alarmas. Dijeron en redes sociales que, en realidad, el presupuesto no se había reducido tanto, sino que se debía a que durante los años anteriores se destinó presupuesto de cultura para el Programa Nacional de Reconstrucción, que tiene por objeto atender los bienes culturales afectados por los sismos de septiembre de 2017 y febrero de 2018, y para la adquisición de terrenos de zonas arqueológicas en Yucatán para el Tren Maya. Lo cierto es que dentro del ramo 48 del PPEF -que corresponde a la Secretaría de Cultura- el presupuesto para el Programa Nacional de Reconstrucción apenas representa del 1% al 2% del total de lo asignado para cultura. Por otra parte, la adquisición de terrenos alrededor del Tren Maya sólo tiene registro de gasto para los años 2023 y 2024. Sin embargo, encuentro aquí algo relevante: para el 2024, la adquisición de estos terrenos representó alrededor del 20% del total del presupuesto para cultura. Es decir, 2 de cada 10 pesos que se tenían para invertir en cultura se fueron al Tren Maya. A pesar de que este gasto en infraestructura es significativo, sobre todo para el Tren Maya el año pasado, no representa una parte considerable del total destinado a cultura. La reducción, por tanto, es real, y el gasto de recursos hacia estos proyectos ha tenido un impacto importante en el presupuesto cultural.
Destinar presupuesto a la cultura no solo es una inversión en la preservación de nuestro patrimonio, sino también en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. El presupuesto cultural no tendría que verse únicamente como un apoyo al sector artístico, sino como una herramienta clave para fomentar la inclusión, la diversidad y la equidad, pilares fundamentales para el ejercicio pleno de los derechos. Sin embargo, la triste realidad es que hoy en día en México ya no hay dinero. El espacio fiscal está muy reducido, es decir, ya no hay margen de maniobra con lo que el gobierno recauda ni con el ingreso en general. He aquí una verdad irrefutable: nos urge una reforma fiscal progresiva y profunda.
Este es el punto de partida: necesitamos recaudar más y recaudar mejor. En este sentido, es urgente avanzar hacia un sistema fiscal más justo. Un sistema fiscal más equitativo es la llave para abrir la puerta a nuevas oportunidades y combatir las desigualdades que tanto nos afectan. Esta es, en última instancia, una decisión política: una cuestión de voluntad para transformar el panorama actual y avanzar hacia un sistema fiscal más justo, que a su vez nos conduzca a una sociedad mucho más equitativa.