Durante la mañanera del día 8 de octubre de 2024, la presidenta Claudia Sheinbaum y el nuevo secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, presentaron la estrategia de seguridad que su gobierno implementará durante los primeros 100 días del sexenio. Dos días antes de la presentación de esta estrategia, en Chilpancingo, Guerrero, el alcalde recién electo fue asesinado. Su cuerpo fue expuesto en la vía pública a manera de advertencia. La imagen de su asesinato se difundió por medios de manera dolorosa. Este es un país que, desde 2006 hasta la fecha, ocupa los primeros lugares en los índices de violencia letal y violencia política. El reto de Claudia Sheinbaum es desmantelar la estrategia de guerra que ha cobrado tantas vidas.

En la campaña por la presidencia, uno de los debates públicos entre las candidatas tuvo como eje de análisis las propuestas de estrategias de seguridad. Durante el debate, mis colegas Lilian Chapa Koloffon, Samantha Pérez Dávila nos reunimos para analizar los puntos relacionados con “inseguridad y crimen organizado”. De ese ejercicio surgió , en donde expusimos nuestras preocupaciones y un análisis sintético de cada uno de los puntos que mencionaron las candidatas: el futuro de la Guardia Nacional, prisión preventiva oficiosa, atención a las causas, prohibicionismo de sustancias y el modelo de seguridad de la Ciudad de México.

Ahora, frente a la presentación de la nueva estrategia de seguridad de Claudia Sheinbaum, rescato los dos puntos que abordamos mis colegas y yo: prisión preventiva oficiosa y atención a las causas, con un necesario énfasis en el género. Me refiero al adjetivo “necesario” por las implicaciones de la política del lenguaje adoptada por la presidenta desde el día uno de su mandato: lo que no se nombra no existe y la insistencia en nombrarnos a todas, con A. El género es un marco de análisis necesario e imprescindible para cualquiera que quiera escribir sobre política mexicana en nuestros días.

La estrategia de seguridad tiene como uno de sus puntos principales la atención integral a los delitos de alto impacto. Dentro de este punto, se enumeran: acciones preventivas, inteligencia e investigación en coordinación interinstitucional, judicialización de objetivos, vinculación a proceso y sistema penitenciario, con énfasis en los mecanismos de control de actividades delincuenciales, personas privadas de la libertad y extradiciones. Respecto al sistema penitenciario es necesario reconocer que existen formas de gobernanza criminal dentro de las prisiones. Si queremos empezar a desarrollar mecanismos de control delincuencial en el sistema penitenciario, es imprescindible nombrar lo que sucede y atender, en ese sentido, las implicaciones.

Cuando hablamos de que con una presidenta mujer llegamos todas, ¿a quiénes nos referimos?, ¿quiénes son todas? Durante el sexenio pasado, se insistió en aumentar el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa, y nada parece cambiar en el sexenio que comienza. Muy poco se ha nombrado a quienes afecta de manera desproporcionada esta medida: a las mujeres pobres. No podemos hablar de que “llegamos todas” si seguimos insistiendo en implementar medidas como la prisión preventiva oficiosa que afecta de forma desmesurada a las mujeres.

La prisión preventiva oficiosa no sólo viola la presunción de inocencia (como ya ha pronunciado la Corte Interamericana de Derechos Humanos) sino que incluso recrudece la desigualdad. Algunos datos para entender esta desproporción: de acuerdo con el Censo Nacional de Sistemas Penitenciarios 2023, alrededor del 40% de las personas privadas de la libertad en alguna prisión del país no cuentan con sentencia, es decir, casi la mitad de la población penitenciaria es presuntamente inocente. Esta proporción cambia cuando desagregamos por género: proporcionalmente hay más mujeres sin sentencia que hombres. Hay estados, como Baja California Sur, en los que el 100% de las mujeres privadas de la libertad se encuentran recluidas bajo la medida de prisión preventiva oficiosa, es decir, el total de las mujeres en esa entidad entró directamente a la cárcel sin poder comprobar si era o no culpable.

En los últimos años, se ha estado reportando el preocupante caso del CEFERESO 16, una prisión femenil en la que se han reportado al menos tres “suicidios” en lo que va del 2024. En su último reporte, la CNDH dio cuenta de que en el CEFERESO 16 no existe atención médica especializada, no hay actividades de reinserción social y las mujeres permanecen alrededor de 23 horas dentro de una celda a sobrecapacidad. ¿A esto nos referimos cuando decimos que llegamos “todas”?

Sí, el pendiente de Claudia Sheinbaum es desmantelar la estrategia de guerra que ha estado imperando desde el sexenio de Calderón, pero también es un pendiente muy necesario desmantelar la guerra contra las mujeres. La estrategia de seguridad debería tener como un eje principal desmantelar las “pedagogías de la crueldad”: “es necesario introducir en la retórica jurídica[...] el significado de las formas nuevas de victimización del cuerpo femenino en las estrategias de manutención de un orden basado en la dominación arbitraria y soberana sobre la vida de las personas y sus territorios” , dice Rita Segato.

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