La narrativa de la humanidad evoluciona a través de la palabra, siendo ese fuego que incendia corazones, siendo chispa de grandes ideas, sigue siendo rueda que transporta el conocimiento y vierte su resultado en la inteligencia, la palabra es magia con la que se puede y debe transformar realidades.

El primer viernes de marzo de cada año, es un día de júbilo, donde las antorchas del verbo, disertan al compás de la elocuencia, grandes piezas oratorias, con la intención de reflexionar sobre este bello arte, los oradores de México vibramos, pues es un día para recordar que la palabra emancipa al hombre, y conmemorar el día nacional de la oratoria .

Vivimos tiempos vertiginosos, constantes y acelerados, sin embargo esa premura que existe en el día a día, nos exhorta a recordar que la gratitud, es pilar fundamental en el desarrollo de los individuos que pertenecemos a esta sociedad.

Por ello, es importante reconocer la oportunidad que nos ha brindado el periódico EL UNIVERSAL como medio de comunicación desde 1916, a grandes hombres y mujeres que han dejado huella en el tiempo, tales como José Muñoz Cota, primer campeón del concurso de oratoria más importante, en 1926, expresidentes como Adolfo Lopez Mateos, Miguel de la Madrid y grandes literatos como Octavio Paz, políticos como Beatriz Paredes o Porfirio Muñoz Ledo, que a través de su ejemplo, han cincelado el rostro de México.

Grandes momentos históricos no hubiesen sido posibles, sin la pasión y ardua tarea del Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz , en pro de la libertad de expresión, de pensamientos libres de ataduras, pero sobre todo de la maravillosa tarea de comunicar a través de las palabras.

Gracias por congregar a cientos de jóvenes, deseosos de compartir ideologías y posturas diversas, donde las tribunas fueron testigos de las grandes llameantes batallas oratorias que a través de su Fundación hemos podido disfrutar.

Este legado prevalecerá más allá del tiempo, y no solo como un recuerdo, sino como una realidad, es buen momento para cuestionarnos compañeros oradores, ¿cuál es nuestra misión? Puesto que la patria nos pide un discurso escueto, pleno de hechos e ideas, un poco a lo Stalin; vivo por la convicción y recio por la energía, al estilo flagelante de nuestro indio Altamirano, esencialmente claro y estricto como las exposiciones categóricas de Roosevelt, en quien el verbo, lo mismo que en José Martí, era medio de arrastre popular y vehículo de amor civil.

Exhorto a que seamos verdaderos incendiarios de la idea, pero también de la acción, agitemos el mundo en el que vivimos, con convicción, pasión y fuerza; porque nuestras ideas valen y cuentan. Que nuestra energía sea el impulso, para encaminar las causas justas, iluminadas por la experiencia de nuestros predecesores, sin olvidar cuidar a nuestra niñez para que siga conservando su capacidad de soñar.

Construyamos liderazgos firmes como lo ha hecho Juan Francisco Ealy Ortiz, que tengan de marco un trabajo colectivo, que nos brindará, proyectos generacionales, puesto que estos, desembocarán en un proyecto de nación.

Las palabras son el vehículo de contacto de nuestra alma con la realidad, pues condensan sentimientos, anhelos o incluso una vida, hagamos esa alquimia que requiere nuestra sociedad a través del verbo, porque ni las batallas al alma, ni el fuego a los libros, pueden con la conciencia que se despierta gracias a la palabra, este es su gran poder, palabras humanas, y hoy ¡México tiene la palabra!

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