¿Qué te han parecido esta serie de conversaciones? A mí, permíteme compartirte que me ha gustado mucho, el hecho de que muchas y muchos de mis lectores, me manden mensaje y me compartan su opinión, su percepción, porque si o porque no están de acuerdo conmigo, definitivamente se convierte en un diálogo bastante enriquecedor, por lo menos para mí.
¿Sabes qué me parece hasta cómico? Nos es difícil comenzar, nos es complicado continuar, pero terminar algo ¡uf! ¡Eso de verdad es de titanes! Pero, ¿terminar qué? Lo que quieras, nada más piénsalo un poco: terminar con una carrera o un posgrado, concluir con una relación laboral, finalizar con una relación de cualquier índole; de amistad, de pareja, etcétera. Dar por concluido algo se requiere valentía, en todo su esplendor. Comenzar, continuar y finalizar es complejo. Cada uno de nosotros decidirá en que parte del proceso se nos complica un poco más la cosa, aunque bueno, me corrijo, no es que uno lo decida, todo es con base en las experiencias, vividas o adjudicadas de cada uno de nosotros.
Dar por finalizado algo, significa salir de nuestra zona de confort o de nuestra zona de inconfort, no siempre estamos de manera cómoda, en ocasiones solo nos quedamos porque sentimos que no nos queda de otra. Pero déjame recordarte algo que tú ya sabes, solo que en ocasiones se nos suele olvidar: mientras haya vida, hay una infinidad de posibilidades. Terminar algo es salir de donde ya conocemos, y adentrarnos en un mundo de incertidumbre y a todos por igual nos gusta la seguridad de estar en terrenos conocidos, por muy buenos o malos que estos sean, los seres humanos terminamos acostumbrarnos a todo.
La misma biología nos va mostrando que vamos cerrando ciclos, etapas, concluyendo caminos. Dejamos de ser niños, para transitar a la adolescencia, terminamos con la adolescencia para seguir a la adultez, aunque muchos parezcamos que no llegamos a esta, pero si llegamos, ¡lo juro!, de la adultez pasamos a la tercera edad. La naturaleza nos enseña con sus estaciones del año; a florecer, a ser radiantes, a soltar todo lo que ya no nos sirve, y a guardarnos para continuar con un nuevo reinicio.
Muchas veces no somos nosotros quienes elegimos dar por concluido algo, en ocasiones solo nos notifican que se acabó. Podemos estar preparados o no para ello, pero la premisa sigue siendo la misma; avanzar. Hay un fragmento de un pensamiento de la Madre Teresa de Calcuta que nos heredó: “detrás de cada línea de llegada, hay una de partida, detrás de cada logro, hay un desafío…”.
Todo lo que en este momento suponemos que tenemos, puede terminar, lo queramos o no, hasta la misma vida. Oye, y todo aquello que piensas o sientes que ya se debe dar por terminado, ¿qué esperas?, ¿qué te detiene? Se dice fácil, ¿verdad? Pero créeme que lo sé, no lo es. Aunque supongamos que tenemos tiempo, eso no lo sabemos, aunque juremos que tenemos una vida por delante, eso tampoco lo podemos asegurar, lo único que nos queda es abrazar esta bendita incertidumbre.
“Cada ciclo me enseña que en cada final siempre hay un renacer” esta frase la encontré por ahí en un estado de una de mis maestras, y considero que viene bastante bien para lo que estamos aquí platicando. Ahora te pregunto, ¿qué ciclo necesitas dar por terminado en este momento de tu vida? Recuerda que solo finalizando algo, te vas a permitir comenzar con lo nuevo.
Querida lectora, querido lector, lo que si te puedo decir, es que lo que se hace con amor verdadero no puede tener final, todo es continuación. Yo no quiero que nuestra conversación finalice en el momento que terminas de leer este escrito, mi objetivo es que alguna oración, alguna frase aquí plasmada, haga eco en tu corazón o en tu conciencia, a lo mejor es demasiado pretensioso, pero bueno esa es mi intención.
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