Hace ya algún tiempo, vi una fotografía en alguna red social; en la cual se apreciaba un niño y un adulto mayor en una mesa de un restaurante. En la imagen se mostraba como el hombre le ponía mucho cuidado al niño, en cambio, el niño, tenía unos audífonos puestos, con el celular entre sus manos y en su cara se reflejaba la luz que irradiaba el celular porque estaba fijamente viéndolo. Al pie de la imagen se leía la frase: “se le está acabando el tiempo y no se ha dando cuenta”.
Fuerte, ¿no lo crees?, pero te diré algo que tú ya sabes: la gran mayoría de las personas somos así, como ese niño enfocado en algo que no es importante o esencial. Al parecer como seres humanos cometemos los mismos errores una y otra vez; valoramos y añoramos lo que ya no se tiene, tal vez de ahí proviene esa frase muy trillada: “cuando éramos felices y no lo sabíamos”. En verdad, ¿no lo sabíamos?, o tal vez no nos quisimos dar cuenta.
No es tan sencillo como pareciera, nos enfocamos en lo que queremos y olvidamos lo que en este momento tenemos, o nos perdemos en aquello que llamamos valioso para nosotros, pero realmente lo estamos supliendo por lo esencial. Muy tarde podemos darnos cuenta de que las personas no vuelven, el tiempo jamás se recupera y las oportunidades la gran mayoría de las veces no se repiten.
¿Sabes qué es lo peor? Que no hay manera de saber cuáles son esos momentos fundamentales o cuando realmente se nos está acabando el tiempo, no hay una bola mágica que nos indique que ya no tenemos el tiempo suficiente o el que nosotros pensamos para convivir, con las personas que amamos. Es por ello que creo firmemente que la mejor manera de convivir con las personas que realmente amas y que son valiosas para ti, es: nunca guardarse nada para después, decir siempre las mejores palabras que tenemos para ellas, dar nuestra mejor conversación, dar nuestro abrazo más intenso y sincero.
Deseo de corazón que jamás sea demasiado tarde para ti, el convivir con alguien, para decirle a esa persona lo relevante que es para ti, para demostrar tus sentimientos, de verdad, deseo que no sea demasiado tarde para volver, para abrazar, para besar, para caminar, para convivir, para platicar. Se dice que nadie sabe lo que se tiene hasta que lo ve perdido. Aún estás a tiempo, mira tu reloj, dice “ahora”.
No te guardes nunca nada para después, porque lo único que tienes es aquí y es ahora, esto es lo que hay, lo que somos. Nos queda estar presentes y darlo todo, ¡todo! Vivir con toda la intensidad que te permita tu corazón. Puede parecer concepto de esos que se venden al por mayor en tantos cursos, talleres o charlas, pero se trata de vivir la vida con toda la pasión posible, jamás guardarnos nada, porque no sabemos cuánto tiempo tenemos, lo que sí es verdad es que el reloj está corriendo, y ese no se detiene.
Así como esa imagen que te platique al principio, cuida que no seas tú a quien se le está acabando el tiempo, cuida que no seas tú, quien no esté aprovechando esos momentos, esas personas, esas experiencias, esas aventuras… Cuida que no seas tú quien se está quedando inmóvil ante la vida, lo he comentado en reiteradas ocasiones, la vida es movimiento, fluir, quedarte estancado es comenzar a morir. ¡Por favor, hazlo! Que no se te acabe el tiempo, ve, habla, di, abraza… haz lo que tengas que hacer, pero nunca te guardes nada.
Puede que no haya un mañana, esto ya lo sabes, la pregunta es si en realidad eres consciente de ello. Tú dime, ¿en qué se te puede estar acabando el tiempo?, o peor aún, ¿con quién?
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